La semana pasada, el tema excluyente de conversación de los habitantes de Resistencia que tienen tarjetas de crédito fue el Black Friday. Una iniciativa del municipio y los comerciantes locales que imitó una costumbre norteamericana de ofrecer una vez al año descuentos tentadores en artÃculos de primera necesidad como tablets, televisores LCD, botas de invierno y champúes con germen de trigo.
AN, fiel a su compromiso de ir más allá de los titulares de las noticias y de las declaraciones de los personajes públicos, decidió compartir toda la jornada del viernes 9 de noviembre con la familia Trevisola-Garcacuzzi, conformada por el matrimonio entre Luis Trevisola y Susana Garcacuzzi; sus hijos Graciela, Claudio y Norberto; y por Miguel, el novio de Graciela, expulsado de su casa por vender el cadáver de su abuela a un grupo de estudiantes de medicina.
El informe, de un alto valor sociológico, se expone a continuación.
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El comienzo
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Son las 6.05 de la mañana. Llegamos a la casa de los Trevisola en Villa RÃo Negro y nos recibe Susana, de muy mal humor. "No es por ustedes, eh -aclara sin muchas ganas-, sino porque una se cansa a veces de estar rodeada de inútiles". A dos metros, en la mesa del comedor, Luis toma un café negro mientras se prende la chaqueta de un viejo pijama azul que el tiempo convirtió en celeste.
Susana se hunde en un pasillo y va abriendo puertas. "¡Arribaaaaaa, arribaaaaaaaa!", grita con furia. "Sientesén", nos convida Luis, que ahora se acomoda los cabellos intentando -sin éxito- tapar la calvicie que avanza sobre la parte superior de su cabeza. Su esposa sigue gritando en los cuartos, y ahora se escuchan también, agónicas, las quejas de los jóvenes.
De a poco van apareciendo en escena Graciela (25, cabello castaño enrulado, estatura mediana, excelentes pechos, cara de forra), Norberto (11, delgado, rostro lleno de granos), Claudio (16, alto y blanquecino, flequillo peinado a un lado que le tapa un ojo) y Miguel (28, convertido en una masa negruzca por la masiva superposición de tatuajes).
Son las 7.11 cuando finalmente todos se amontonan en el living. Susana mira con los dientes apretados las caras de culo. "¡No se pongan pelotudos, habÃamos dicho que habÃa que arrancar temprano!", les reprocha. "Y a ver si vos alguna vez me ayudás un poco con éstos", le dice a Luis, que no responde ni hace gesto alguno más que seguir repartiéndose arriba, a ciegas, los pelos con la mano.
Susana se ocupa ahora de nosotros, y nos pone al tanto. "En estos dÃas estuvimos anotando en un mapita del centro cuáles son los comercios que nos interesan y que participan de la promoción. Nos repartimos las zonas para ver qué hay. La lástima es que querÃamos tener más cupo liberado en las tarjetas pero no pudimos lograr demasiado. Lo que tenemos a favor es que hicimos una feria de garaje y conseguimos algo de efectivo".
"SÃ, pero me vendieron la bici", se queja Norbertito. "Casi no andabas, y tenés la bicicleta fija de tu padre, que ni la ocupa", contesta ella. "No me sirve para andar con mis amigos", retruca Beto. "Traélos, te dije que los traigas; anden acá adentro", redobla Susana.
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Las acciones
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Son las 8.03 y ya estamos en la impresionante peatonal de Resistencia, con sus descomunales 400.000 milÃmetros de extensión. En la mutltitud tememos perder de vista a nuestros objetos de estudio. Susana reprende a sus hijos, que parecen zombies rebotando entre los compradores compulsivos. "¡Despiértense de una vez, manga de pajeros!", los insta con calor maternal. "Yo ya cojo", aclara Claudio, como pidiendo más respeto. "SÃ, por eso tenés el culo a la miseria, jio jio jioooooo", bromea penosamente Miguel. Susana lo fulmina con la mirada. Luis se desespera con el viento que le desarma en la testa el esfuerzo de dos horas
Llega Graciela corriendo, las tetas rebotando desesperadas, y agitada avisa: "¡En Carroña's tienen 700 pares de zapatos a 90 pesos!", grita. "Callate, pelotuda, avivás a todos los idiotas que están acá alrededor", la corta su madre con un susurro furioso. "Es barato, ¿pero cómo mierda hacemo despué para guardar 1.400 zapatos en la casa?", pregunta Luis. Nadie le contesta.
En el local señalado la cosa está complicada. En las puertas se atoran decenas de mujeres y algunos tipos que pugnan por entrar. Adentro se ve que la cosa no es mejor. Hay tironeos, codazos, bloqueos deliberados de las búsquedas ajenas. Susana mide 1,60 pero sus 86 kilos la proveen de una capacidad de choque considerable, que usa con decisión. Se lanza como un buque destructor contra la masa, y va abriéndose paso. "¡Acá hay una correntina, acá hay una correntina!", grita de repente, con tono de denuncia.
"¡Qué viaser correntina!", se defiende la otra, una mujer enjuta, de rulos chiquitos. "¡Qué no, si te vi en el colectivo Chaco-Corrientes varias veces y te bajás en una casa de la calle Mendoza!", contesta Susana. La otra tartamudea, se traba. Es nocaut. "¡Correntina de mierda, andá a tu provincia si querés un Blafraide!", remacha Susana, ahora con el acompañamiento de otras. Empuja un poco más y pasa.
Adentro la vemos tirarse sobre una gran caja con varios calzados sueltos en el interior. La cuestionan, intentan desplazarla, pero ella se impone. Agarra unas sandalias 37, turquesas, las aprieta contra el abdomen y mirá nerviosa a los costados para ver si alguien intenta quitárselas, como si en realidad portara una pelota de rugby en un partido contra los Wallabies. Cuando se las quiere probar, una chica del comercio se le acerca y le dice amablemente: "Señora, buenos dÃas, las ofertas no se prueban, ni se admiten cambios o devoluciones, ni hay reclamos en caso de que uno de los zapatos sea de un talle distinto al del otro. Tampoco se cambian billetes en caso de que usted descubra que se le dio el vuelto con dinero falso".
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Duras batallas
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Susana vuelve a la peatonal empapada de sudor y excitada con la victoria. "Mirá, a 70 pesos", le dice a Luis. "¿No son chicas?". Ella le informa que son 37. "Pero si vos calzás 39", dice Graciela. "Ustedes me tienen cansada, siempre la misma actitud de mierda", corta Susana, con los ojos entrecerrados y los labios apretados. Betito nos choca en ese instante: "¡En Currimundo la Play 3 está a 499!"
Llegamos en masa al negocio. Susana se tomó unos minutos para sentarse en un banco y ponerse las sandalias. Le quedan tan ajustadas que las cintas de cuero se pierden en la carne apretada. "Ahà tienen, manga de forros", les dice a los otros. "Es hermoso el color, y con los pies morados lucen más todavÃa", chucea Luis.
En Currimundo la marea humana sube y baja por sectores. Hay gente que sale con dos o tres televisores. Miguel intenta sin éxito comprar una palm con una tarjeta de crédito que rápidamente los vendedores descubren que es una vieja tarjeta de un videoclub.
Los empleados del lugar son tironeados por varias personas a la vez. Responden lo que pueden. Intentan ser gentiles pero se les nota el odio. Susana y Beto atrapan a uno en un rincón. "¿En serio tienen la Pleiteichon 3 a 499?", indaga ella. El muchacho teclea en una computadora. "SÃ, quedan unas todavÃa", responde. Beto casi se mea encima.
"Tengo 300 en efectivo, es lo que te puedo ofrecer", intercede Luis, peinándose y queriendo poner cara de magnate petrolero. "Señor, esto es una cadena nacional, no un almacén, acá yo no estoy autorizado a bajarle el precio", contesta el pendejo sin siquiera mirarlo. "No vino con nosotros, no es el padre del nene, nada, no lo conocemos, deber estar drogado", se apresura Susana. Luis arruga la cara y se va a la vereda.
"¿Efectivo o tarjeta?", pregunta el vendedor. "Cabal del Banco del Chilo", contesta Susana extendiendo el plástico. El flaco lo toma, pasa la banda por la máquina, y dicta condena: "No tiene suficiente crédito". Susana se pone roja, se le corta la respiración, Graciela y Claudio la sostienen para que no se derrumbe. "Puede sacarla por crédito personal de la casa, si quiere", agrega el vendedor, con los párpados a media asta y tono robótico. "SÃ, sÃ, sÃ", responden Beto y Miguel.
Sacan el DNI de la cartera de Susana y le mueven la mano para firmar los papeles. "Listo, queda entonces en 84 cuotitas de 121 pesitos", explica la chica que recibe los formularios y extiende la factura. Beto da saltitos, Miguel aprovecha y manotea las tetas de Graciela. Cuando les entregan la caja, firman la conformidad y el gordo del sector empaque aclara que "por ser equipo con 70% de descuento, puede no tener los joysticks, o verse solamente en blanco y negro, o no funcionar con 220 voltios, o derretirse luego de 20 minutos de uso continuado". Beto sigue saltando.
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La victoria
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A las seis de la tarde, los Trevisola-Garcacuzzi se encuentran, tal lo convenido, en la plaza 25 de Mayo. Graciela muestra, exultante, su cosecha: seis máscaras para esquiar por 80 pesos, un pelador automático de manÃes por 29, un velador con la cara de Saúl Ubaldini por 15, tres remeras del Mundial Francia '98 por 110.
Susana, que ya tiene los pies de un color negro necrótico y llegó gateando, está eufórica. Además de las sandalias, consiguió ocho cocteleras al precio de siete, una radio con forma de ananá, un traje de Gatúbela casi regalado y con un pequeño defecto de fábrica (quedó como si fuera un disfraz de Largirucho), un electrodoméstico para hacer gelatina sin tener que calentar agua, y anuncia que a la tarde le enviarán un piano que también funciona como freezer y elaborador de fideos.
Claudio no muestra emociones, aunque parece satisfecho con un teléfono celular que tiene todas las funciones de moda y además elimina las vocales de los mensajes de texto cuando el usuario, por error, las escribe. Le costó sólo 2.900 pesos y de regalo le dieron una funda para guardar biromes.
Miguel sà se muestra totalmente contrariado. Su tarjeta de Royalmaster fue rebotada puntualmente en todas partes. La falta de apoyo de la familia de su novia fue total. El único resultado que puede mostrar, más por orgullo que por satisfacción real, es la compra de tres bolsitas de garrapiñadas al precio de dos.
Beto rompe las bolas pidiendo volver de una vez a la casa para conectar la Play. Y Luis está lleno de esperanza. En una cadena farmacéutica consiguió a buen precio un champú hecho con cuero cabelludo de delfÃn fucsia que revitaliza los bulbos capilares, regenera la producción de cabello, fortalece las raÃces, aviva la irrigación sanguÃnea y, finalmente, cimenta la resignación al fracaso permanente.
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Comentarios
A: Gracias, nos alegramos.
Te reitero: soy un romántico que sigue buscando.
A: ¡Se ha formado (o se está formando) una pareja!
(Agradecemos el 70% de descuento recibidos en la compra al por mayor de la pastillita rosa, oh, oh).
A: ¡Uelcom tu jom!
En una reconocida farmacia del Barrio San Cayetano (frente al Club Villa Alvear, compruebe), propiedad de uno de los Dirigentes de la Cámada de de Comedzio y de Fadmazias del Chaco, un tal Elián, pusieron un cartel inmenso " Viagra For All, 70 % Off".
Al principio, nadie entendÃa nada, hasta que llegó un turista de EEUU, que venÃa a pata de la Terminal porque los remises no le aceptaban dólares con la foto de Evita, que avivó a los vecinos de esta manera:
"Huh, Parapitol for less de 5 peso for unit, less than 6 peso para comé 4 persons, vaya comprar ya !!!"
Ahà se ocasionó la odisea de el Sr. Elián. Miles y miles de ciudadanos del barrio se autoconvocaron a exigir "la misma pastilla al mismo precio".
Eso fue desastroso. En el Cementerio tuvieron que suspender dos entierros de suegras (para beneplácito de sus ex yernos, que querÃan arrojarlas al Paraná aún vivas).
Menos mal que Pedrini ordenó al instante un "Operativo Cerrojo" y todos los manifestantes fueron dispersados.
Eso sÃ, en el allanamiento a la Farmacia, se descubrieron algo asà como 10 mil pastillas de Viagra, que fueron secuestradas por la PolicÃa.
Alguien sabe dónde están ?
A: No sabemos. Sólo podemos estar seguros de que los guardianes del orden jamás se quedarÃan con lo incautado en un operativo contra el Mal.
Más bien ayudémoslo a darse cuenta del romanticismo que entraña una extensión de tarjeta de crédito con generoso lÃmite.
A: Che, les aviso: Sor cambió de bando otra vez.
Me estoy haciendo algunas preguntas con respecto al comportamiento de las mujeres.
¿La frase "más peligroso que morocha con tarjeta" es racista?
¿ Las auténticamente rubias o las teñidas, son igual de peligrosas?
Maricel Zampar ¿puede ayudarme a aclarar mis dudas?
Mis amigos me definen como el "último romántico".
Estoy buscando pareja.
Espero consejos.
A: Supuestamente en lo presunto varias fuentes consultadas afirmarÃan que estarÃas yendo bien.
Eso sÃ, para no quedar tan cipayos, le pusimos color local: Prendas horribles y fuera de temporada en la promoción (liquida-qué?) y remarcado de precios una semana antes, para que con el "descuento" vuelvan al viejo precio.
Ar-gen-tina!! Ar-gen-tina!! OÃd mortales el grito sagraaaado...
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