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El buque ARA Almirante Irízar terminó la primera tanda de desembarco de materiales de construcción, víveres y combustible para el reaprovisionamiento de la base antártica argentina Petrel, donde también se trasladó a la nueva dotación, de 23 personas, y replegó a la dotación saliente, conformada de otras 20, en un despliegue logístico y militar de apoyo a la ciencia que llevó cuatro días operando las 24 horas en el marco de la Campaña Antártica de Verano (CAV).
El buque llegó al estrecho Active, frente a la isla Dundee, ubicada en el norte de la península antártica a 3.200 km de la Ciudad de Buenos Aires, el martes a las 9 y fondeó a 2 km de la costa de la base permanente Petrel, administrada por el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar).
Personal militar de la dotación que invernará en 2024, científicos y científicas del Instituto Antártico Argentino (IAA), personal de la Dirección Nacional del Antártico, autoridades del componente naval y terrestre del Cocoantar y personal del «Grupo playa», que se ocupa de las cargas y las personas en los traslados, desembarcaron del rompehielos en lanchas hacia la base.
Con una sensación térmica de -6° C, el cielo gris, viento y agua nieve humedeciendo los gorros de tela polar, el contingente navegó entre cientos de témpanos que, como ruinas de una civilización perdida, sobresalían inmensos e inmóviles sobre la superficie del mar, blancos e iluminados por dentro con un color celeste flúor, como diamantes en bruto.
Al llegar a la costa, había escombros de hielo, cuando el jefe del grupo «Playa», teniente de navío de la Armada, Germán Arbizu, tuvo que meterse al agua helada para ayudar a destrabar la lancha que se había encallado por una roca.
La maniobra para bajar al contingente terminó siendo auxiliada por un manipulador telescópico, donde se fueron subiendo (en la pala del vehículo de carga) de a grupos de cuatro personas hasta pisar tierra firme.
En la costa, pingüinos Adelia y Papúa, curiosos, se acercaban a observar el despliegue. También sobrevolaron petreles entre los témpanos que, vistos desde la playa, parecían nubes sólidas sobre el mar.
«Dejamos cuerpo y alma en Petrel, como hacemos los antárticos para poder llevar a cabo todo este trabajo que es para beneficio de la Argentina», dijo a Télam en el lugar el jefe saliente de base, teniente coronel del arma de ingenieros del Ejército, Martín Sakamoto, que invernó en 2023.
Las lanchas trasladaron víveres, combustible y materiales de construcción para la casa nueva.
«La campaña fue larga y productiva, se pudieron desarrollar las actividades previstas dentro del proyecto Petrel, que comenzó en 2013 con sus primeras líneas de planeamiento para convertir la base de transitoria en permanente»Martín Sakamoto
A diferencia de otras bases, Petrel presenta sus edificaciones naranjas más dispersas, con amplias distancias entre sí, en un terreno arcilloso de piedras partidas, que en algunas partes se encuentra sobre permafrost y en otras es roca de la era cretácica, contó Sakamoto.
«La campaña fue larga y productiva, se pudieron desarrollar las actividades previstas dentro del proyecto Petrel, que comenzó en 2013 con sus primeras líneas de planeamiento para convertir la base de transitoria en permanente», agregó Sakamoto, algo que ocurrió en 2022
Solo dos dotaciones invernaron en Petrel y la que llegó este año es la tercera: «Es una base estratégica por su ubicación geográfica, que posibilitará una conexión desde el continente americano vía aérea y marítima hacia la Antártida, ya que se proyecta un muelle y, a partir de la pista natural que hicimos en la campaña de 2023, se permite el ingreso de los vuelos de aviones», destacó Sakamoto, quien también fue jefe de base Belgrano II y de Esperanza.
Miembros de la dotación saliente: Ezequiel Ramos (Capitán Enfermero Profesional), Diego Hernández (Cabo principal), Pablo Ferrández (Sargento Ayudante) y Cristian Eduardo Baptista (Sargento) / Fotos: Leo Vaca.
El proyecto Petrel prevé la construcción de dos pistas de aterrizaje, una que apuntan a terminar en la próxima campaña y otra pista secundaria, que falta iniciar; la construcción de la casa de sistema modular (casa nueva), de la que ya instalaron cimientos; la construcción de un laboratorio científico; un segundo hangar para la guarda de aeronaves de gran porte; una casa de emergencia sustentable para alojar a 60 personas más; una planta de tratamiento cloacal, de potabilización de agua y desalinización, entre otros.
Una de las primeras obras que realizó la dotación saliente fue la instalación de la red eléctrica en la isla y, con ella, «la disminución de un 50% de uso de combustible fósil», dijo Sakamoto al resaltar que «fue un salto cualitativo que asegura las operaciones durante campaña antártica de invierno».
Entre los principales logros de la dotación estuvo la reconstrucción de la casa principal ubicada sobre las morenas (acumulación de sedimentos rocosos provocada por la dinámica glaciar), donde se alojan; la recuperación total del hangar, que data de 1968 para que este verano pueda operar un helicóptero Sea King de la Armada argentina, «que va a operar dentro de Petrel a partir de la tercera etapa de la CAV», adelantó.
También hicieron «el campo solar fotovoltaico más grande que tiene el sistema antártico argentino», e instalaron tres cisternas de combustible con batea anti derrame incorporada para prevenir un impacto ambiental, agregó.
En cuanto a la ciencia en la base, se realizaron estudios de glaciología con personal del IAA, estudios de Batimetría (mareas) con el Servicio de Hidrografía Naval; de biología marina (mamíferos y aves); geología; y van a instalar un sismógrafo conectado a la red argentino italiana de sismología, presente en el resto de las bases permanentes.
Entre miércoles y jueves, la zona de descarga sufrió un temporal con vientos de hasta 80 km/h que provocó el ingreso de más hielos en el estrecho Active y retrasó la operación desde el rompehielos.
Asimismo, el transporte naval aviso ARA «Bahía agradable» se arrimó el miércoles a la mañana al Irízar para pasarle 25 tambores de gasoil antártico al buque, que éste trasladó hasta Petrel.
Y el buque le trasladó al aviso un camión Unimog para la base Esperanza.
El invierno en Petrel es «crudo», dijeron los integrantes de la dotación a quienes les tocó trabajar atravesando el viento blanco y recorriendo en patrullas el mar congelado.
Antes de que llegara el Irízar, los invernantes parecían «vikingos» con las barbas tupidas para protegerse el rostro del frío, que en junio llegó a -41°C de sensación térmica, contaron en el buque, ya sin barba y replegados.
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Fuente Telam