
Empecemos por aclarar algo: hay odios y odios. Algunos son inevitables. Por ejemplo, quien ama la vida, difÃcilmente logre evitar el odio hacia quien mata. Pero digamos que quien ama el asado a la estaca no deberÃa empecinarse en detestar a todos los que tienen a los ñoquis con salsa pomarola como plato favorito.