El ministro de Infraestructura, Omar Judis, en el suelo, abrazado a los tobillos de Capitanich, en una crisis de llanto, rogándole que cancele el viaje. El titular de Gobierno, Juan Manuel Pedrini, sujetando contra el pecho un canguro de peluche, sentado en un rincón y balanceándose sobre sà mismo con la mirada perdida. Sergio Soto, el jefe de Educación, arañándose la cara y respirando como en medio de un ataque de asma.
Ésas fueron algunas de las dramáticas escenas vividas en una reunión reservada que el domingo por la tarde mantuvo el señor gobernador de todos los chaqueños, Jorge Hilton Capitanich, con su gabinete.
Allà el mandatario tuvo la amarga misión de confirmarles que hará su viaje por Europa pese a las advertencias de su vice, Juaneff Carloff Bacileff Ivanoff, quien ya avisó que aprovechará sus dÃas al frente del Poder Ejecutivo para echar a casi todo el equipo de colaboradores de JHC.
Ivanoff, que tiene como antecedente cercano la exoneración de Francisco Tete Coustarot Romero (antecesor de Soto en Educación) sin consulta previa al gobernador, hizo su juramento en medio de una nueva andanada de crÃticas a Capitanich y sus ministros, a los que responsabilizó por la facilidad con la que manifestantes sociales y sindicales ingresaron dÃas atrás a una vivienda de su familia, en Castelli, para un violento escrache que incluyó destrozos y amenazas a los hijos del vice.
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Encuentro cargado de angustia
"Le conviene suspender su viaje a Europa, porque de lo contrario se va a quedar sin gabinete", dijo -palabras más, palabras menos- Ivanoff en sus declaraciones a la prensa. Capitanich, fiel al severo perfil de su liderazgo, no se quedó atrás a la hora de responder. Ni atrás ni adelante. No dijo nada.
La semana pasada, cuando un periodista lo abordó en medio de una inauguración para sacarle el tema, el gobernador contestó dando un detalle de su agenda oficial de ese dÃa y del dÃa siguiente. "Un lÃder nato; está cien años adelantado a su tiempo", evaluó un colaborador suyo. "Asà que no sabemos qué mierda hace en este presente", completó.
Quienes no se quedaron quietos fueron los ministros y secretarios del Ejecutivo. Preocupados por sus destinos laborales, comenzaron por buscar algún modo indirecto de impedir que Capitanich viaje. Por eso el gobernador recibió en los últimos dÃas no menos de cinco correos electrónicos en los que sendos funcionarios hacÃan interpretaciones de las profecÃas de Nostradamus según las cuales Europa se hundirá en la corteza terrestre y desaparecerá en la segunda quincena de mayo.
Sin embargo, el gobernador decidió seguir adelante con su misión comercial, que incluirá una visita a Italia y otra a Montenegro, nación de la que son oriundos sus abuelos. "Además es probable que haya que ir a ParÃs a hacerle el service al avión de la provincia, porque la empresa encargada atiende únicamente a una cuadra de la Torre Eiffel", explicó el mandatario a su entorno.
Por eso Capitanich programó el encuentro del fin de semana con su gabinete. Fue una reunión cargada de angustia, que finalizó con él abrazando emocionadamente a cada uno de los integrantes de su equipo, excepto a Judis, quien no llegó al final del cónclave porque debió ser hospitalizado a raÃz de un registro de 380/270 de tensión arterial.
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"Jamás los olvidaré"
En esa charla, que se prolongó por una hora y media (estaba previsto que se extendiera el doble de tiempo, pero Ivanoff tenÃa que ocupar antes el despacho de Capitanich para bajar pelÃculas de internet), el tono elegido por el gobernador no fue el más conveniente. "Prácticamente fue una despedida", contó un participante de ese diálogo descarnado.
Otras fuentes coinciden con ese testimonio. Según todas ellas, Capitanich comenzó por hacer una reseña del conflicto con Ivanoff, repleta de cifras, estadÃsticas y gráficos, hasta que un secretario lo cortó para preguntarle sin vueltas si iba a cancelar su viaje al exterior del paÃs o si lo concretarÃa de todos modos. "SÃ, me voy, pero quiero decirles claramente esto: pase lo que pase, jamás los olvidaré". La frase, más que generar satisfacción, partió en pedazos el ánimo de sus interlocutores.
El gobernador advirtió el efecto, e intentó corregir el rumbo de las cosas. "En serio, este tipo (por Ivanoff) los podrá humillar y echar como a perros mugrientos, pero que les quede la certeza de que siempre van a estar en mi corazón. Como Tete... eh... Tete... ¿cuál era el apellido de Tete?", preguntó dirigiéndose a su secretario privado. "Creo que RamÃrez", respondió el otro.
"Coqui, con todo respeto, creo que no estás evaluando correctamente el escenario -se metió Judis-. Acá todos tenemos más o menos compromiso hechos en función de los ingresos que tenemos con los cargos y algunos extritas (jijiji) que por ahà aparecen. No es tan fácil, de golpe, volver a la actividad privada y encontrar un laburo que genere 100.000 pesos mensuales".
Capitanich buscó desdramatizar el relato, que Judis culminó con voz temblequeante. "No te creas, yo calculo que hoy un ladrillero en la provincia está con un ingreso mensual de 97.082 pesos, y un empleado de call center debe estar en los 69.811", dijo.
Un murmullo se levantó entre el funcionarato. Capitanich siguió. "Lo otro es que este tipo los podrá rajar con una hermosa patada en la región nor-oriental de sus ortos, pero el que queda mal es él. El que no va a poder mirar a sus hijos a los ojos es él. El que va a tener que responder ante el Niño Dios por rebajarlos asà a ustedes es él. El que no va a poder estar en su casa, tranquiiiiiiiilo, tomando mate con su señora, es él". Enfrente el gobernador sólo vio miradas cruzándose en silencio.
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Crisis desatadas
"¿Y si por ahà vos le parás el carro a Ivanoff y le dejás en claro que el gobernador sos vos?", planteó el titular de Salud, Antonio Morante. "QuedarÃa feo, como que yo le estarÃa diciendo 'mirá, me dolió que me limpies todo el gabinete y me dejes como un pelotudo'. No, yo no le voy a enviar ese mensaje. Que lo averigüe solo", fue la respuesta al ministro.
Gustavo MartÃnez, siempre buscando ocasiones para chicanear a Capitanich, levantó la mano y planteó su propia inquietud. "¿Ivanoff te pega a vos?", lanzó casi como una provocación escolar. Capitanich le contestó con gesto de suficiencia: "A este gobernador sólo le pega su esposa".
La falta de perspectivas fue desatando en cadena las crisis de los presentes. El primero en llorar fue Judis, quien, como se indicó antes, se echó al piso y abrazó las piernas de Capitanich. "No te vayas, no te vayas, por favor no te vayas", gimoteaba. El gobernador, moviendo enérgicamente sus extremidades para intentar -sin éxito- quitárselo de encima, miró su reloj con un gesto elocuente dirigido a hacer entender que la reunión llegaba su fin.
"Señores, tengo que ir a plancharme la ropa que voy a llevar", se excusó. Fue entonces que Soto se arañó la cara y comenzó a darse puñetazos en los muslos. Pedrini se abrazó a un canguro de juguete y se sentó en una esquina del despacho, sin decir palabra. Raúl Codutti, de Planificación, se puso de pie llorando a garganta pelada, dejando a la vista que se habÃa orinado encima.
Beatriz Bogado tomó de la mano a José Niz, su pareja y secretario general del gremio UPCP, y se fue dando un portazo. Niz se llevó consigo una silla a la que se habÃa encadenado. Morante comenzó a hacer llamadas para ver si estaba a tiempo de ser candidato a concejal en alguna parte.
En medio de los ayes de dolor, se escucharon nÃtidos los golpes de Ivanoff en la puerta de la oficina. Sin esperar a ser autorizado, el vicegobernador pasó con un asistente, se sentó frente a la computadora de Capitanich y se predispuso a iniciar su búsqueda cinematográfica. El señor gobernador, como para marcar la cancha, le recordó la contraseña del ordenador y se retiró sin siquiera saludarlo.
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Comentarios
A: ¡Gracias, Willma, venà cuando quieras!
http://www.opisantacruz.com.ar/home/2013/05/13/paro-y-movilizacion-este-mediodia-por-represion-a-estatales-mientras-cotillo-piensa-que-es-vicegobernador-en-otra-provincia/16240
En la oficina de yiyo se escuchaba musica de AC DC y el ruido de una motosierra. El service del avion esta vez lo van a hacer en suiza
El señor del canguro me dió ternura.
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