"El muro de BerlÃn era la noticia de cada dÃa. De la mañana a la noche leÃamos, veÃamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro…
Por fin, ese muro, que merecÃa caer, cayó. Pero otros muros han brotado, siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de BerlÃn, de ellos se habla poco o nada. Poco se habla del muro que Estados Unidos está alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.
Casi nada se habla del muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelà de tierras palestinas y de aquà a poco será quince veces más largo que el muro de BerlÃn.
Y nada, nada de nada, se habla del muro de Marruecos, que desde hace veinte años perpetúa la ocupación marroquà del Sahara occidental. Este muro, minado de punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide sesenta veces más que el muro de BerlÃn.
¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación construyen cada dÃa? En julio de 2004 la Corte Internacional de Justicia de La Haya sentenció que el muro de Cisjordania violaba el derecho internacional y mandó que se demoliera. Hasta ahora, Israel no se ha enterado (...)".
"Muros", de Eduardo Galeano.
Me encontré con este texto de Galeano hace algunos años y lo redescubrà hace unas semanas.
Esta vez, como el Principito cada tanto, me descubrió, él a mÃ, de manera distinta.
Entablamos nueva relación justo unos dÃas antes de la navidad, antes de los anuncios de la "reparación " histórica, y antes de las noticias de Gaza. Y allà noté con cuántos, tantÃsimos muros convivimos a diario. Aquellos lejanos, que nos llegan al abrir las ventanas al mundo, o estos más próximos, que a veces nacen como cercos , que al menos nos permiten ver a través y luego se consolidan en ciegos y altos murallones.
Todos, sin pensarlo demasiado, construimos muros.
Algunos de aire, pero muros al fin.
Esos de aire obran de barrera en el dÃa a dÃa para que no nos hagamos tan permeables y esas miradas o aquellas actitudes no nos afecten en demasÃa.
Los otros, los mas sólidos son la concreción de estos primeros. Son la muestra clara de que , con el paso de los siglos, en vez de unirnos en la búsqueda de más espacios comunes, cercamos los sitios que creemos nos pertenecen por algún derecho tácito otorgado a nuestra igualdad grupal tan alejada de los "distintos" del otro lado.
Y asÃ, despacito y en silencio, van creciendo los dolores, casi a la par de los muros. Y los de un lado del muro son eternos turistas del dolor del otro lado y el muro se convierte en abismo.
A estas alturas de las palabras muchos creerán que un clericó pasado de fechas afecta mi coordinación, pero no creo que sea asÃ.
Es que por estos dÃas noto que los muros se evidencian casi de manera obscena. Como los de aire que trasladaban los consumistas en su loco galope por la peatonal entre chiquitos roñosos de hambre esperando que se vacÃen los cartones, pasaporte a la comida próxima. Y claro, los muros de los consumistas no saben de delicadezas a la hora de esquivarlos.
O los otros, un poco más espesos, de polÃticos con anteojeras y muros rodeando su ombligo y el de sus bien conocidos.
Largo hablarÃamos también de los muros propiamente dichos de las fastuosas casas a escasos metros de un rejunte de chapas de cartón sin un baño digno.
Y después, aquellos lejanos. O eso queremos creer. Los que vemos en diarios, portales o TV que nos muestran la absoluta capacidad de turismo en el dolor ajeno que poseemos. Pero ojo, no están tan lejos. Hace unos dÃas apenas, se decidió la construcción de uno en RÃo de Janeiro. SÃ, acá, a unos pocos miles de kilómetros, uno que impida que la detestable pobreza de las favelas inunde la mejor parte de la ciudad.
Los muros son asi, tienen la macabra facilidad de simplificar los miedos.
En una provincia en la que poderosos recitan igualdades y forjan disparidades, ¿deberemos cuidarnos de los muros?
Y a modo de plegaria
El amor:
Cuando de toda la tierra
haga su patria el amor,
¿quién dibujará murallas,
en ese mapa de Dios?
(Aledo Luis Meloni)
AmÃlcar Cajadas
Comentarios
canteros centrtales de la Avenida Avalos.Ellos nos disimularon, estos nos taparon.Está a doce cuadras de la plaza central.vengan a ver.
Si nos habremos dado murazos!!
Hace poco descubri esta pagina y empece matandome de risa.
Con mas tiempo estoy leyendo estas otras notas y la verdad que como me dijo mi novio este sitio no tiene desperdicio.
ADMINISTRADOR: Gracias, Mirka, y bienvenida.
Felicitaciones
Gracias ruborizadas a todos los que me dejaron ver su parecer luego de leerla.
Aprovecho el deambular por aquà para mencionar un muro cotidiano, al que no referÃ, quizá por implÃcito en tanto y tantos que nos rodean. Maldita costumbre que le dicen.
El muro en cuestión es el levantado por tanta mentira, mentirita, mentirota. Aunque en verdad la mentira muchas veces es un señuelo colocado en el momento apropiado para que apliquemos la justa velocidad que nos lleve a chocar ferozmente contra un muro. Erigido en su nombre, claro.
conocia el texto de galeano de hace mucho pero me gusto mucho que Amilcar lo refiera a cosas nuestras de todos los dias
por eso pienso que ahora que todos dicen que nada se puede hacer por cambiar el mundo yo pienso que lo primero es demoler esos muros que llevamos adentro y evitar que crezcan en nuestros hijos.
seria el principio del cambio y me parece que el cambio no podria tener otro principio
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