
Bernardino Orestes Béker habla sin mirar a los ojos, y su casi única defensa es decir cada cinco minutos que no se considera "un caso raro" sino algo muy cercano al hombre promedio. "No creo haber hecho nada despreciable; a veces las circunstancias te empujan", dice, aunque se le nota que suelta la frase sin demasiada convicción.