Hubo un tiempo en que el único celular que conocÃamos era el vehÃculo de la cana, y en los que cuando alguien hablaba de una computadora, se referÃa a un artefacto de -como mÃnimo- ocho metros por catorce, y 500 kilos de peso, que habÃa en contados organismos públicos y privados.
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En aquellos años, en los que tampoco habÃa televisión por cable y todo el mundo hablaba solamente de las dos novelas o series del momento, llegar al amor tenÃa unas estrategias limitadas y definidas, y los personajes que las usaban también eran fácilmente clasificables.
Hoy, celulares, palms y tribus urbanas mediante, toda esta información ya no es válida. Pero en esa prehistoria, cualquier adolescente, frente al deseo de engancharse con alguien, calzaba en alguna de estas categorÃas:
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El encarador: Admirable ser, generalmente varón, que no hacÃan ningún tipo de especulación sobre sus chances de éxito a la hora de buscar una relación con una mina. No le importaba cuántas veces rebotara, ya que el fracaso no hacÃa decaer sus intentos ni su autoestima.
Sin embargo, cuando los rechazos superaban ampliamente a los éxitos, perdÃa prestigio y algunas pibas lo rebotaban no por falta de ganas, sino para no desentonar con las amigas que ya le habÃan dicho que no antes. Pero aún asÃ, habiendo adquirido ese nuevo factor contrariante, ellos volvÃan, cuales kamikazes de goma, a estrellarse una vez y otra sobre sus objetivos.
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El cauto: AntÃtesis del caso anterior. Si una chica le gustaba, antes de iniciar cualquier movimiento iniciaba una discreta ronda de consultas con amigas de ella y conocidos en común. Pese a su deseo de no dejar a la vista su interés, se descubrÃa en diálogos como el siguiente:
El: Ey, SofÃa, ¿cómo andás?
-Hola, Facu, qué hacés.
-Bien, che. ¿Te estás llevando alguna?
-QuÃmica y FÃsica, hasta ahora.
-Y sÃ, tÃpico, son reguachos los dos profes.
-Sep.
-La que parece bastante traga es la gringuita ésa que creo que se sienta con vos, ¿no?
-¿Quién, Silvana Yanuk?
-No, ni idea de cómo se llama, te digo nomás que parece que es traga.
-No, nada que ver, es re-piola. ¿Y vos qué te llevás?
-Literatura y capaz que Historia.
-Bueno, la tenés más fácil si te llevás ésas.
-Yanuk, Yanuk... ¿ella dónde vive?
-¿Por qué?
-No, nada, tengo un proyecto de... de ver dónde vive la mayorÃa de los chicos del colegio.
-En Los Hacheros, antes de llegar a Ameghino.
-¿Es una casa o un edificio?
-¿Pero no es que te interesa la zona nomás?
-Y la temperatura. Viste que si es edificio alto, cada 180 metros de altura la temperatura baja un grado.
-Es una casa, de frente amarillo y rejas blancas.
-Ah, ok, blancas, mirá vos. ¿Che, y tu hermano juega todavÃa en Estudiantes?
-No, mi papá lo sacó porque repitió.
-¿Rejas blancas altas o bajitas?
-¿Eh?
-Las rejas. La chica traga. Bah, que no es traga pero...
-Altas.
-Asà que repitió JoaquÃn, qué lástima.
-Aaah... ya entendÃ... ¡a vos te gusta ella!
-¿Ella qué?
-¡Te gusta Silvana!
-Hablá bajo, pelotuda, que parecés una puta con esa voz de milonguera encima que tenés. No, no me gusta, es el trabajo ése que te dije...
-Bueno, si vos decÃs.
-Aparte mirá si yo le voy a interesar.
-Bueno.
-Porque seguro que ni le intereso.
-Ok.
-O sea, seguro que nunca te preguntó por mÃ.
-¿Y el trabajo para qué materia es?
-Porque seguro que tiene novio ella.
-Creo que sÃ.
-¿Creés o tiene? No podés decir algo asà sin saber. Es como jugar... con la reputación de ella, digamos. No podés ser tan irresponsable, tan forra, tan poco seria en el manejo de la inf...
-¿Vos querés que le hable a ella de vos? No tengo drama, eh.
-¡Ja, lo que faltaba, sabÃa que me ibas a decir una pelotudez asÃ! Naah, boluda, no me gusta ella. O ponele que me guste, no es el tema, entendés, y seguro que ella ni pregunta por mÃ.
-Ok.
-¿Pregunta?
Y asÃ, por unos seis meses con otros 75 contactos comunes. Y cuando estaba toda la info como para probar, ella se enganchaba con uno de quinto o se cambiaba de colegio.
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El extra cauto: Versión excepcional del modelo anterior. Sus averiguaciones eran prácticamente invisibles. Juntaba pedacitos de diálogos en los que ella era mencionada, interpolaba datos, analizaba el modo de caminar y de reÃr de ella (y con eso creÃa poder deducir si tenÃa novio o no), preguntaba a sus amigos genéricamente "quiénes estuvieron" en las jodas del fin de semana y a veces intentaba discretos seguimientos a la salida del cole.
Hubo casos extremos de extra cautos que recién se animaron a confesar su interés ya egresados de la secundaria, y pasada la barrera de los 40 años, teniendo que dedicar las dos primeras semanas a hacerle recordar a la otra quiénes eran ellos.
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La examinadora: Piba que sabÃa del interés de un vago en ella, y le correspondÃa, pero antes de decir que sÃ, sometÃa al pobre infeliz a una etapa previa de pruebas disfrazadas en las que medÃa la dimensión del sentimiento ajeno. A veces se les iba la mano en el testeo, y el muchacho acababa por pensar que la mina lo detestaba y se enganchaba con una opción más accesible.
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La coleccionista: Era lo peor que te podÃa pasar. Era una mina preciosa que disfrutaba de hacer rebotar vagos, pero en ocasiones también disfrutaban de aceptar y después dejarte colgado antes de cualquier mÃnima alegrÃa. Lograban que pendejos de 16 años cantaran el tango "Nostalgias" como si fuera un tema de Serú Girán.
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La bagarta hermosa: No tenÃa la perfección de la coleccionista. Tampoco era radicalmente fea. Pero era como si algo hubiera faltado cuando la hicieron. Sin embargo, reemplazaba esa circunstancia con un carácter maravilloso. Los que la desestimaban, con los años se arrepentÃan profundamente. Encima, de grandes se ponÃan hermosas.
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La gestora: En todo grupo habÃa una mina que asumÃa como una misión universal el lograr enganchar pibes. A los vagos les daba data de las minas interesadas en ellos, y viceversa. Eso sÃ, a la primera de cambio, si se cruzaba mal con vos, utilizaba ese gigantesco banco de datos para destrozar la relación que se le cantara. Casi no habÃa varones gestores, porque el rol era considerado cosa de maricones.
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El capitalista: Si le gustaba una piba, no se andaba con sutilezas, y aprovechaba la buena posición económica de su familia para impresionar con regalos impactantes y caros. Entre las mujeres tenÃan una aceptación disÃmil, y los vagos -que se las tenÃan que arreglar regalando pulseritas de hilo u ositos truchos de dos mangos- lo consideraban un hereje, un enemigo del arte, un traidor de la especie.
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El tapado: Callado, casi insignificante, con muchos de esos granos que se atribuÃan al exceso de masturbación. Y sin embargo, un dÃa aparecÃa de la mano con la loba mayor de la promoción. Nadie lo podÃa creer. De puro resentidos, el comentario unánime era: "Qué puta habÃa sido la Débora".
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Los hipocampos: Casi sin que nadie se diera cuenta, él y ella se ponÃan de novios ya en segundo año. SeguÃan juntos en tercero, en cuarto, en toda la secundaria. Nunca una pelea, nunca una guampa, eran como si jugaran al matrimonio perfecto. Eso sÃ, la cosa nunca sobrevivÃa al acto de egresados. Es más, pasados los treinta, ya ni se saludaban si se cruzaban en una vereda. Misterio de la naturaleza.
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Y tú, oh, sobreviviente de la posmodernidad, ¿qué recuerdas de todo elio?
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Comentarios
Tengo en carpeta el caso de un amigo (un amigo actual, único sobreviviente de esos tiempos en el Lino Torres) que junto a un séquito de mamertos se encargaba de relatar cómo se habÃa culeado a una mina que me gustaba, y al resto.
Tipos increÃbles que te contaban con lujo de detalles las cosas que le habÃan hecho a Fulana, que era y seguirÃa siendo vÃrgen durante varios años, mientras los padres creÃan que estaban estudiando.
Yo, pasmado, retorciéndome en mi honestidad a prueba de balas, no podÃa creer que mi mayor mérito consistiera en haberle dedicado cuatro pajas en un solo dÃa, sin engañarla con ninguna compañerita, mientras estos turros les hacÃan de todo.
En fin, después me fui enterando de las respectivas virginidades prolongadas durante años, y de la envidia que los putitos me tenÃan por manejar con hidalguÃa dos noviazgos simultáneos.
Que la sigan chupando.
ADMINISTRADOR: Y Toti Pasman la sigue teniendo adentro.
A mi me tocó ver un par de novias que me hicieron sufrir esa época transformadas en garrafas de 10 kg. camimando por las calles de mi S. Peña natal...
ADMINISTRADOR: ¡Fuerte ese aplauso, che!
Uno podÃa estar 3 años atrás de esa yegua hermosa, que a uno le quitaba el sueño, con la que fantaseabamos naufragar en una isla desierta y hacerle una casita con hojas de palmera... y empomarla durante 25 años seguidos... y la guacha apenas si nos daba la hora... pero... pero... en cuanto nos pusimos de novios con esa amiga, que estaba buena y era "gauchita"...en tonces la yegua nos daba bola, solamente para dejarnos colgados a los 5 dÃas!!!!
Experiencias personales que le dicen...
ADMINISTRADOR: Hiciste bien en contarlo, Mate, hay que sacar afuera esos temas que nos envenenaron durante años y nos impidieron alcanzar las metas esenciales de toda existencia.
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