En el Museo de Erotismo de San Petersburgo la gran atracción de las últimas semanas fue el frasco dentro del cual, sumergido en formol, reposa el pene de Gregori RasputÃn, el misterioso monje ruso que tuvo una influencia enfermiza sobre la dinastÃa Romanov. La garompa, fue adquirida en 8.000 dólares por un urólgo que la deseaba como objeto de colección (hmmm...). El miembro despertó parejas dosis de admiración y envidia entre los visitantes de la muestra.
Igor Kniazkin es ahora el dueño del miembro de RasputÃn. En diálogo con AN, hizo gala de un fino humor. "Acá sà que podemos decir que medÃa 28 centÃmetros 'muerta', jiov jiov jioooovv", bromeó el médico ruso. Según distintos porongólogos de renombre internacional, si el pene de Gregori mide eso durmiendo su sueño eterno en un frasco, en acción pudo haber llegado a una longitud cercana a los 40 centÃmetros.
"Le gustaban muchos los trÃos -dijo Kniazkin a Angaú Noticias en una comunicación telefónica realizada ayer-, aunque los practicaba de un modo no convencional. En lugar de penetrar alternativamente a una y otra mujer, atravesaba a una de ellas y con lo que le sobraba del otro lado se la mandaba a guardar a la restante".
Sorprendente investigación de Benite
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Lo que pocos saben es que uno de los más escrupulosos biógrafos de RasputÃn es el escritor chaqueño Chuñi Benite. "Masallá de que se le almira la semejante garcha que tenÃa, esa megamatraca jue una maldición para el pobre infelÃ", afirma el creador del realismo ñeri.
Benite dice que las dotes sexuales de RasputÃn eran muy conocidas en toda Rusia, pero especialmente en San Petersburgo. "Vo saé que si algo las mina de cualquier lugar hacen circulá enseguida é la información sobre la esistencia de cualquier súper poronga que estea a meno de 15 kilómetro de distancia, y siempre lo hacen precisando esatamente dónde está ubicada, el nombre del dueño y en qué horario se le puede encontrá", dice Benite.
Como ejemplo cita su propio caso. "Cuando vine a vivà a Villa San Juan, a lo die dÃa me levanté una tetona de acálavuelta. Ustén sáen que yo tengo lo mÃo -dice el intelectual, extrayendo el miembro de debajo de su pantalón de grafa y haciéndolo girar como si fuera la paleta de un ventilador-. Bueno, le guasqueé un rato a la yegua ésa, y vo no va creé: veinte minuto despué de que se jue la tetona yo ya tenÃa una fila de catorce pendeja y vieja del barrio que angaú me venÃan a preguntá si yo sabÃa dónde paraban lo coletivo de la LÃnea 8".
Según la investigación histórica realizada en 1965 por Benite mediante una beca obtenida del ex Prado Asturiano (y que dio lugar a su obra biográfica "RasputÃn, la esperansa blanca", escrita en medio del furor que generó la aparición de los primeros actores negros en pelÃculas pornográficas), algo similar ocurrió a principios del siglo pasado con Gregori, cuando regresó a Rusia tras un peregrinaje por otras tierras en las que mezcló creencias populares, dogmas religiosos y ritos orgiásticos de supuesto poder redentor.
"Enseguida las tipa de San Peterburgo hicieron corré la bola y le caÃan mina a rolete. Lo que nadie sae -dice Benite- e que RasputÃn era un apodo. En realidá era guei, pero toda su vida jue un guei reprimido. Reprimido por las mujere, que lo cagaban a piña pa que no dejara de ser heterosesual y asà las siguiera clavando a ella".
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Numerosos trastornos
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Benite dice que además la extraordinaria dimensión de su falo provocaba numerosos trastornos al monje. "A vece andaba tan esitado que si era un dia que tenia que caminá mucho, se le irritaba la cabeza de la poronga de tanto frotarsele con el tobillo", cuenta.
Según el escritor, Gregori era odiado por las prostitutas de otras ciudades, a las que él abordaba aprovechando que no lo conocÃan y les preguntaba "¿cuánto me cobrás por meterte sólo la puntita por atrás?" "Las trola -dice Benite- le hacÃan precio y despué, cuando ya era tarde, se daban encuenta que 'la puntita' del loco era pior que andar de novia con Platero".
"También era muy frecuente que se agarrara la matraca con el cierre del pantalón. Por culpa de eso tenÃa todo lo cierre hecho mierda", añade.
RasputÃn, además, padecÃa inconvenientes en algunos lugares públicos. "Una vez -reseña Chuñi- hacia una calor de la san puta y él se jue a una playita lenta que tenÃan lo ruso ahà cerca y que era como Paso de la Patria masomeno, o sea cortita la playa y muchÃsima gente reventando por todo lado. Güeno, Gregori se metió al agua pa refrescarse un poco las bola y mientras estaba ahà tuvo una ereción. HabÃa tanta gente encimada que sin queré violó a tres vieja y un herrero".
El misterioso personaje sufrÃa también frecuentes enfermedades venéreas. "No conseguÃa condón de su talle, y su única manera de protegerse era colocarse globos para piñata. Pero era un produto que casi no se conseguÃa en Rusia en aquello año", describe el intelectual de Villa San Juan.
El sino trágico que RasputÃn percibÃa en sà mismo se acentuaba por episodios dramáticos que sucedÃan en su entorno y que él atribuÃa a una maldición personal. "Ante una peritoniti que sufrió cuando tenÃa 42 año, padeció una larga depresión por el sentimiento de culpa que le generó la muerte de sei enfermera que se pelearon a cuchillazo entrella pa decidir quién lo iba a bañar mientra estaba internado", recuerda Benite.
"Yo te puedo asegurá que esa poronga le dio má tristeza que satifacione", sostiene el escritor. "Eran mucha cosa junta: si iba a un ato protocolar a vece tenÃa una ereción y se le desataba solo el nudo de la corbata, si iba a un baño público tenÃa que pararse contra el espejo de las pileta de lavarse la cara pa llegar al mingitorio, si se querÃa hacer una manuela necesitaba que los amigo le prestaran ocho mano, si de pendejo jugaban a ver quien mea más lejo a él siempre lo dejaban que mire y nada má, ecsétera, ecsétera, ecsétera".
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Comentarios
A: La ciencia nos sorprende dÃa a dÃa. O sea que era mentira eso de que vendÃa raspaditas de LoterÃa Petersburguesa y a veces las regalaba a cambio de favores sexuales.
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