Los suegros son extraños monstruos mitológicos con los que indefectiblemente nos encontramos en la vida, y en los que el Mal tarde o temprano convierte a la mayorÃa de nosotros. Pero poniéndonos del lado de yernos y nueras, podrÃamos citar distintas tipologÃas de estos seres:
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El suegro ideal: como su nombre lo indica, existe sólo en las pelÃculas de Enrique Carreras. De todos modos, no es raro encontrarse con conocidos que afirman alguna vez haber tenido un suegro o suegra de esta tipologÃa. Se caracterizan por:
-Dar la razón al yerno o nuera en cada conflicto de pareja. Instan a su hijo o hija a deponer la actitud.
-Preparan la comida del dÃa en función de lo que le gusta a uno.
-No obstaculizan jamás el proceso de empomación de su hija, ni siquiera cuando éste se consuma en su vivienda. Hasta llegan a pedir disculpas si se levantan a la madrugada y encuentran al yerno bombeando a la nena sobre la mesa del comedor.
-Si sale a luz una infidelidad del sujeto extrafamiliar, bajan un discurso comprensivo y gestionan el perdón y reconciliación.
-Cuando la hija o el hijo cortan la relación, siguen jugando a favor de uno y se tornan enemigos del nuevo pescado que la guacha o guacho lleva a casa.
Un peligro de encontrarse con un suegro ideal es que, al tratarse de un hallazgo mucho más difÃcil que el de dar con la pareja ideal, se acaba priorizando la relación con el viejo o vieja en cuestión antes que la que se mantiene con el novio, novia, esposo, esposa, concubino o concubina. Hay casos de mujeres que lloraron ocho años la muerte de su suegro, pero que ante el deceso del marido tardaron apenas diez dÃas en volver a dejarse ensartar por otro tipo.
Y también hay penosas historias de tipos que se bancaron matrimonios de mierda por 44 años sólo para poder seguir mirando el fulbo del domingo con el padre de la mujer.
El suegro turro 100%: La antÃtesis de la categorÃa anterior. El suegro turro jamás da tregua, y a lo sumo llega en determinados momentos a guardar las formas, si bien permanentemente podemos percibir cómo destila desprecio hacia nosotros. Si fue el suegro ideal de un pelotudo que antes salÃa con la hija y que quedó colgado por nuestra llegada, peor.
Algunos rasgos del suegro turro:
-Nunca sale a recibirnos. Cuando entramos a su casa, no nos mira, sigue leyendo el diario o con los ojos clavados en la tele. Nos responde secamente el saludo, y sin girar el rostro hacia nosotros.
-Nunca nos invita a comer. Si nos sentamos a la mesa por iniciativa del otro suegro/a o de su hijo/a, arruga la jeta como si hubiera encontrado un sorete entre la milanesa y el puré.
-Jamás se va a reÃr de un chiste nuestro, y considerará cada opinión polÃtica como una soberana pelotudez.
-Si es de San Lorenzo, y uno simula ser del mismo equipo para generar una cercanÃa, el tipo se hace de Huracán.
-Taladran la cabeza del hijo/a todas las horas posibles buscando conseguir que nos largue al carajo.
El suegro boludo: Algunos lo confunden con el suegro ideal, pero cuidado con eso: no son lo mismo. Algo de su perfil:
-Conversando con él, o por cosas que nos cuenta la hija, nos damos cuenta de que él ni se imagina que uno se la viene mandando a guardar desde la primera salida.
-Nos presta plata sin que le hayamos devuelto la que nos dio antes de eso.
-Nos deja usarle su auto impecable a pesar de que siempre se lo devolvemos lleno de papeles, migas, mugre y el tanque en rojo.
-Lo deshidratamos haciéndolo cargo de todos los asados del verano, sin siquiera acercarle un vaso de tinto a la parrilla ni darle diez mangos para la carne.
Pero guarda: el suegro boludo es boludo, pero su entorno no. Si abusamos, tarde o temprano algún otro integrante de la familia nos va a recagar la relación y, de paso, nos va a embocar cuatro o cinco piñas en el medio de la jeta.
El suegro depre: Un desafÃo a la imaginación. Cuando llegamos a la casa, nuestra pareja nos suele dejar a solas con el pedazo de carne, como si nos estuviera poniendo a prueba. Habrá que resolver diversas situaciones:
-Mantener una conversación con alguien que generalmente nos atiende tirado/a en su cama o hundido/a en su sillón, y que a cada intento de iniciar el diálogo nos contestará con monosÃlabos o sonidos guturales.
-No sólo habrá que intentar evitar que se suicide en nuestra presencia, sino también impedir que se nos pegue su bajón y su discurso de "estátodomalnoséadóndevamosaparar".
-Aprender que estar en silencio dos horas y media, mirando cómo se mueve con el viento una rama del otro lado del ventanal, también es "pasar la tarde con doña Zaira".
Mitad llena del vaso: se recluyen habitualmente en un sector de la casa, y queda todo el resto libre para rascadas y enhebraciones, generando un importante ahorro en telos.
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El suegro popular y jodón: Lo conocen en todos lados, y salir a comprar algo con él es un martirio. Lo saludan hasta los cobradores, y con cada uno no encuentra mejor modo de hacerse el gracioso que gastarnos a nosotros. Y en todos los casos su recurso humorÃstico consiste en avisar que uno es el que sale con su hija, y que uno es un soberano jeropa o un reverendo guampudo.
En los almuerzos o cenas familiares, el gaste se torna masivo y puede durar entre cuatro y cinco horas (cuatro en el caso de que no demostremos que la cosa nos jode).
El suegro garca: Está forrado en guita, y lo usa todo el tiempo para hacernos sentir que somos un error de la naturaleza y de su hijo/a. Se caga de risa de los vinos que llevamos a modo de aporte para una cena, nos mira nuestra mejor ropa como si estuviéramos vestidos con arpilleras y cartones sucios, nos pide que cuando esté con amigos y parientes no nos hagamos ver llegando con nuestro autito poronga. Sólo clavar a nuestra suegra puede enmendar tanto daño.
El suegro sibilino: El caso más jodido. Nos trata como si fuera el suegro ideal, pero cuando no lo vemos hace todo como el suegro turro.
Hay que empomarla a la hija tres veces por dÃa, porque la relación no va a durar mucho.
El suegro vulnerable: Pobre infeliz que está a un paso de ser expulsado de su casa y nos ve como un potencial aliado que puede volver menos frágil su posición.
La situación es una mierda, porque al ser "nuevos" en la familia no le podemos soltar la mano y cagarlo, y por otra parte el tipo nos da algo de lástima (o nos reflejamos a futuro en él). Pero por otra parte, apoyarlo es confrontar con el resto de la parentela de nuestra mina, que está harto del tipo.
La mejor opción suele ser cagarlo, pero sin que se note mucho.
El suegro de la cuarta dimensión: El tipo parece estar más allá del bien y del mal. En realidad parece estar más allá de todo. Como si estuvieran en un permanente estado de abstracción lisérgica, nos mira sin mirarnos, sin denotar medio gramo de emoción, con una actitud de entomólogo ante un escarabajo que se desespera patas para arriba sobre una mesa de fórmica.
Nunca sabrás qué piensa de vos, qué siente, ni qué proyecta. Lo único que tenés claro es que le resultás de una insignificancia abrumadora. Rara vez dice algo ante comentarios nuestros. Rara vez nos dirige la palabra.
El 73% de los yernos de suegros de esta categorÃa acaba suicidándose o trabajando en la administración pública.
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El suegro repugnante: Exige temple y estómago de acero. Se raja pedos inmundos en pleno almuerzo (sin recibir por ello más que una tibia reprimenda, o peor, una tácita aprobación con expresiones del tipo "¡Viejo, cómo estás hoy, jio jio jioooo!"); se escarba las orejas con tapitas de biromes extrayendo todo tipo de residuos antediluvianos; vocifera mientras come, escupiéndonos pedacitos de guiso; tiene bajo las uñas más tierra que Benetton en la Patagonia; y es, en sÃntesis, un monumento andante a la mugre y el descuido personal.
El único beneficio es que un eyaculador precoz, pensando en él mientras le da masa a la hija, puede demorar el orgasmo entre tres y cuatro dÃas.
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Y tú, oh, amigo lector, ¿qué clase de suegros conoces?
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Comentarios
No entra en ninguna de las categorias mencionadas. Eso si, es muy silencioso.
A: Uggg
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