La sociedad capitalista es canÃbal, de eso ya no caben dudas. Para quien puede ser consumidor, esa condición lo lleva a sentir que tiene un poder prácticamente ilimitado sobre el otro cuando ese otro es alguien de inferior capacidad de consumo que ofrece algo, a la espera de que el consumidor lo desee y de que a cambio de poseerlo permita que se le quite algo de su dinero.
Por eso, no debe sorprender lo que está sucediendo en Resistencia con esos jóvenes que fueron instalándose junto a los semáforos de cuatro tiempos para hacer piruetas, acrobacias y distintas pruebas circenses a cambio de las monedas que quieran darles los automovilistas que esperan la luz verde y se encuentran con los fugaces espectáculos.
"La gente es como un monstruo insaciable", dice FermÃn Barrientos, y después de la frase deja un silencio deliberado, como esperando que su metáfora de mierda nos impresione y nos deje con las bocas abiertas y los ojos en blanco.
Pienso entonces que es la misma actitud que lo llevó a cagarse de hambre en el cruce de las avenidas 25 de Mayo y Mac Lean, donde lo vi por primera vez haciendo cÃrculos en el aire con cuatro mandarinas. La mirada tensa y la boca torcida, reconcentrado, como si estuviera sosteniendo a la Torre de Pisa con la punta de nariz.
FermÃn, igual, ya está en otra. Ahora es el secretario general de la APSANOMAS -Asociación de Prestadores de Servicios Audiovisuales No Mediados en Ambitos SemaforÃsticos-, una flamante organización con la que pretende darle cobertura gremial a los buscavidas que actúan en las esquinas.
"Cuando arrancamos ocho meses atrás tenÃamos doce afiliados, ahora ya pasamos los cien", comenta Barrientos en la precaria oficina que montó dentro de un puestito de la feria de Las Heras y Juan B. Justo, y donde recibe a Angaú Noticias.
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Más y más
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El escritorio del dirigente parece fabricado con un árbol nacido de la cruza entre un pino y un perro dálmata. La madera oscura asoma entre los incontables descascaramientos de la pintura blanca que alguna vez la cubrió.
FermÃn no logra reprimir la excitación que le genera ser entrevistado. Da órdenes banales a una secretaria que parece ser su novia ("no me pases llamadas, no estoy para nadie", dice casi histérico, sin que haya un teléfono en parte alguna del minidespacho). Se peina con las manos como si estuviera por salir en vivo a través de la CNN, y acomoda las pocas cosas que tiene enfrente: un cuaderno Gloria de 24 páginas, dos biromes rojas, una cajita de pastillas Tic-Tac y cuatro mandarinas eternizadas dentro de un bloque de acrÃlico. "No me olvido de mis orÃgenes", dice acariciando el objeto, como si hablara desde la gerencia global de Telecom.
De piel blanquecina, estilizado y cabellos de cardo, patéticamente teñidos de una mezcla amarilla y roja, no termina de acomodarse en la silla ni de decidir si prefiere hablar con los dedos entrecruzados o las manos jugando con un bolÃgrafo.
-¿Realmente se puede vivir de un trabajo como el que hacen ustedes?
-(Piensa como si nunca se hubiera hecho la pregunta él mismo) SÃ... Bueno... SÃ, sÃ, se puede. El tema es cambiante, obvio, no tenés un ingreso fijo ni nada, pero depende mucho de vos. De lo que hagas, de las horas que estés, del horario en que labures, de la época del mes en que estás actuando, del sector de la ciudad, etcétera.
-¿Cuánto se puede ganar?
-Es difÃcil hablar de una cifra, porque varÃa mucho como te dije. Pero tenés que calcular que en ocho horas podés hacer entre 40 y 80 pesos, incluso cien si tenés un buen dÃa.
-¿Vos siempre hiciste lo de las mandarinitas nomás?
-Bueno, "lo de las mandarinitas", je. No es asà nomás. Tenés que prepararte, estudiar...
-¿Estudiar?
-La mandarina es un ser muy noble, pero también muy jodido, no se manipulea (sic) asà nomás. Tenés también que saber elegir la mandarina. Si está muy madura no te sirve, si está muy verde después de ocho horas tenés las manos hechas bolsa. Tampoco para este trabajo te sirve la mandarina correntina, mejor la misionera o la de Entre RÃos.
-¿Por qué no la correntina?
-Muy forra, muy forra.
-¿Cómo se te ocurrió lo del gremio?
-La APSANOMAS surge de ver que cada vez éramos más y estábamos a las bolas vamodecir. Además porque tenemos que tratar de frenar un poco el salvajismo al que nos está llevando el mercado.
-Eso me interesa. Cuando concertamos la nota me dijiste que hay mucha presión social sobre ustedes.
-Exactamente, exactamente. Yo directamente me tuve que retirar.
-¿Por qué?
-Por la falta de solidaridad de algunos compañeros que no entienden que acá la cuestión no es cagarnos entre nosotros, entendés.
-¿Qué pasó concretamente?
-Yo hacÃa mandarinomaquia en la 25 y Mac Lean, donde vos me dijiste que te acordás que yo actuaba.
-SÃ.
-Viste que era un espectáculo de la San Puta lo que yo hacÃa.
-Y... Era interesante, digamos. Muy clásico, por ahÃ.
-Era un flor de rutina súper sólida. CÃrculo de dos mandarinas en sentido horario; dos mandarinas en sentido antihorario; cÃrculo de tres mandarinas en sentido horario; cÃrculo de tres mandarinas en sentido antihorario; subibaja de cuatro mandarinas; cÃrculo de cuatro mandarinas en sentido horario; cÃrculo de dos mandarinas con envolvente mayor de dos mandarinas más...
-Me acuerdo de la rutina, sÃ.
-Yo habré estado cinco meses laburando ahÃ, sin ningún problema. Fui uno de los primeros. HabÃa otros chicos en Rissione y Sarmiento y otros en 9 de Julio y Rojas Acosta.
-¿Y entonces?
-Entonces aparecieron unos formoseños en mi misma esquina, pero en diagonal a mÃ, que hacÃan lo mismo que yo pero con antorchas encendidas.
-Uuuh...
-Claro, me mataron. Me re-mataron. Obvio que la gente se impresionaba más con ellos, lógico, a pesar de que lo mÃo era más ecológico. Ellos prendÃan las antorchas con kerosén, que está prohibido porque es contaminante. Lo mÃo era ambientalmente sustentable, pero igual me hicieron un agujero asÃ. De hacer 60 pesos por dÃa bajé a doce, quince. Y eso que yo le decÃa a la gente, golpeándoles los vidrios de las ventanas: "¡Váyanse a la puta después cuando asÃiii de grande quede el agujero de ozono!"
-Un bajón.
-Pero no fue lo peor, porque ahà empezó lo otro, que es lo que te decÃa al principio: la actitud tan perversa vamodecir de la gente.
-¿En qué sentido?
-En el sentido de no sólo pensar que lo de ellos era más jugado, sino también de agredirte a vos, de no valorar lo tuyo. Que, ojo, yo lo de las antorchas te lo hago con los ojos vendados si querés...
-Bueno, dale.
-No, en el sentido de...
-No, dale, va a estar bueno, hacé lo de las antorchas.
Retomamos la charla media hora después, luego de presenciar la performance de FermÃn en la vereda de la feria. Ahora esperamos que su novia-secretaria termine de cubrirle las quemaduras de los brazos con gasas untadas con Hipoglós. El diálogo se retoma.
-¿Por qué decÃas que la gente te empezó a agredir a vos?
-Porque eso pasaba. No sólo que le daban las monedas a los otros guampudos, sino que encima, cuando esos autos arrancaban y pasaban por mi lado, a pesar de que por una cuestión básica de códigos no le podés hablar a alguien que está haciendo malabares, me gritaban "¡aflojá con esa pelotudez!", "¡uy qué difÃcil lo que hace el nene con las mandarinitas!" o "¡ay el puto que no se anima a hacer algo de macho de verdad!"
-Imagino tu dolor.
-No, dolor no, bronca me daba.
-No, tu dolor ahora por las quemaduras, digo. Volviendo a tu relato, ¿entonces mete mucha presión el espectador al paso?
-¡Ufff, un montón! Re-jodidos son. Por eso la actividad se pone cada vez más riesgosa.
-¿Qué tanto?
-Y... sin parar. Fijate: esos mismos pibes que hacÃan lo de las antorchas, después, cuando yo me fui, fueron cagados por unos flacos de Villa Angela que en el lugar donde yo estaba se pusieron a hacer el número ese del lanzamiento de fuego por la boca.
-Ah, que toman alcohol y soplan contra una llama y se arma la gran llamarada.
-Exactamente. Entonces los formoseños se fueron a la mierda, pero fueron reemplazados por unos chicos de acá que hacÃan la prueba ésa donde atan a una mina a una gran rueda de madera que gira mientras los otros le tiran cuchillos que se clavan en el cÃrculo sin tocarla a ella.
-¡Faaaa, qué jugado!
-SÃ.
-¿Y esos siguen ah�
-No, los tres flacos están en cana, si tenÃan una punterÃa de mierda.
-Ah, qué cagada.
-Obvio.
-Pero ahà está lo que me decÃas de la presión perversa.
-SÃ, totalmente. Después ya fue todo como una bola de nieve, imparable.
-¿Por qué?
-Porque se disparó una demanda inhumana a la que nuestro sector respondió cometiendo un error histórico, ya que en lugar de actuar con sentido solidario y espÃritu de cuerpo, cada uno se cortó solo queriendo ser el más exitoso, el más aprobado, el más audaz.
-Una carrera alocada.
-Eso, asÃ, exactamente, una carrera alocada.
-¿En qué se tradujo?
-Enseguida nomás, en Hernandarias y Alvear aparecieron tres pibes haciendo acrobacias aéreas sobre los cables de luz. Uno quedó seco como chicharra muerta cuando pisó una conexión desnuda de 5.000 voltios. En Castelli y Chaco un viejo, cuando daba la roja, abrÃa la caja de una Estanciera y salÃa un yaguareté que un pobre flaco trataba de mantener bajo control con una sillita de plástico y un cinto. Hace dos semanas le tuvieron que amputar la pierna y el brazo derechos.
-¡Aggg!
-En Paraguay y Vélez Sarsfield dejaron tuerto a un pobre gordo queriendo imitar a Guillermo Tell con el tema ése de la flecha, el arco y la manzana en la cabeza. En Ruta 11 y Alvear hay unos correntinos que hacen un espectáculo de espadas samurais que está bueno pero viven salpicando dedos y orejas contra los parabrisas. En Marconi y Bertaca un vaguito quiso hacer el "globo de la muerte" con su motito Juki 50 c.c. del año del pedo, adentro de una esfera hecha con machimbres, y se desnucó en la primera vuelta. En Belgrano y Malvinas un viejo quiso hacer esa prueba tipo Houdini, de hacerse sumergir encadenado, colgado de los pies, en un cubo de vidrio repleto de agua, y todavÃa le siguen sacando lÃquido de los pulmones.
-Tremendo, de verdad.
-Lastimosamente.
La entrevista finaliza. Saludamos a FermÃn estrechándole una parte de la mano que no quedó chamuscada, y nos disponemos a dejar el lugar, cuando nos sorprende: toma nuestro grabador, le quita la hebilla a su asistente-amante, agrega la cajita de Tic-Tac y describe cuatro o cinco cÃrculos en el aire. Luego, saluda con una inclinación elegante. MagnÃfico.
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Comentarios
Uyyy ...justo ahora que ya llevo el record de cinco atropellados con el camión...
Sin contar los que llevo enganchados con el semi...
Y no se compone ni con flores, eh?
Por otro lado, bien por Angaú de difundir el trabajo de los chicos...
Nota genial, como es de su estilo, vamoaecÃ...
Pienso que incoscientement e estás participando de la máquina de impedir, sos de los que ponen palos en la rueda, tengo esperanzas de que reflexiones y qque cambies de actitud.
Se apagan los semáforos y pierden fortunas en recaudación y en gastos por fracturas varias al ser atropellados por los autos, motos, camionetas, colectivos, camiones, aviones de vuelo bajo, helicóptero del Coqui que viene patrullando la obra del Mall (qué mall), etc. Hay que tener pelotas para revolear pelotas en un semáforo de 4 tiempos sin luz ... Aguante APSANOAS !!!
Te quiero decir respetuosamente Ramoncito que te considero con limitaciones en tus análisis y para vos todo se explica desde lo fortuito, el destino, etc
A la realidad hay que evaluarla estadÃsticament e. Tenemos el 0,3 % de desocupación. Sabés cual era la desocupación que nos dejó la Alianza 30 % (pesada herencia) . En solo 5 años revertimos esta situación. No es poca cosa.
Los que manguean en los semáforos son trabajadores. Hacen un servicio y cobran. Es todo dificil al principio pero si persisten podrán conseguir mejores condiciones laborales (por ejemplo que se delimiten los lugares donde trabajan para que tengan mayor seguridad,etc). y mejores ingresos.
Es muy positivo tambien que se estén organizando en una agrupacion ("la organización vence al tiempo" dijo el general).
Los felicito a AngauNoticias por difundir la obra de APSANOAS
A: Es nuestro deber como comunicadores.
A: ¿Flatuqué??
A: Además, la conducción sindical de Coqui serÃa contraproducent e, porque nadie respetarÃa la luz roja del semáforo.
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