El periodista y escritor Chuñi Benite debió ser hospitalizado a raÃz de la salvaje golpiza que le propinó un hombre que casualmente y mediante el uso de Google Street View descubrió a su esposa en una relación sentimental clandestina con el literato.
El episodio se desencadenó ayer, cuando César Benito Vértiz (59), un exboxeador que trabaja en la Dirección de Vialidad de la Provincia del Chaco, vio a un agente de ese organismo explorar en su computadora la nueva herramienta presentada por Google, que permite acceder a imágenes en 360 grados de las calles de decenas de ciudades de la Argentina, entre ellas Resistencia.
"A ver, mostrame cómo se ve mi cuadra, quiero ver si la cargaron", pidió Vértiz. El trabajador quedó petrificado cuando la imagen se fue despixelizando y pudo ver nÃtidamente a su esposa, de espaldas y con las nalgas al aire, cruzando la calle y dialogando con Benite, que aparecÃa semiescondido detrás de un árbol, frente a la vivienda aledaña a su domicilio.
"Es la Chola", alcanzó a musitar el voluminoso marido engañado, tan aturdido que las carcajadas y sapucais de sus compañeros de trabajo le sonaron lejanos y graves.
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Confesión y búsqueda
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Vértiz (cuyo apodo AN mantiene en reserva para preservar su identidad), moviéndose con la torpeza de un rinoceronte dentro de un pelotero a raÃz de un súbito pico de tensión arterial que lo sumió en un profundo mareo, se retiró de su puesto laboral y se subió rojo de furia a su camioneta F-100, con la que salió haciendo chirriar los neumáticos rumbo a Villa San Juan.
De acuerdo al testimonio de vecinos que en esos momentos -aproximadamente las nueve la mañana- mateaban en la vereda, el hombre pegó la curva en la esquina, para ingresar a su calle, a unos 130 kilómetros por hora, levantando una cerrada polvareda y casi estrellándose contra don Menauta Cáceres, anciano que con admirable entereza y pese a sus 85 años siempre se levanta al amanecder para barrer su vereda y luego quedarse allÃ, bajo la sombra de un chivato, a ver los culos de las chicas que entran y salen de un gimnasio póximo.
Con una frenada a tono con tanto vértigo, Vértiz se estacionó frente a su casa e ingresó dándole un puñetazo a la puerta, provocando la estampida de cinco hombres que se escaparon desnudos por la ventana de la habitación matrimonial que da al patio trasero. Cuando llegó al cuarto, interpeló a los gritos a su mujer: "¿Me guampiás, asà que me guampiás?", la interrogó, según contó a AN una fuente que prefirió mantener su nombre en secreto para no correr el riesgo de perder su trabajo como empleada doméstica de la pareja en crisis.
Eulalia Balquedonia MartÃnez, la mujer sospechada, arrugó el rostro como si estuviera tomando un vaso con partes iguales de limón, vinagre y Fluido Manchester: "¿De qué demoños hablas?", exclamó, mientras se escuchaba al perro de la casa de atrás gruñendo fuera de control, como si hubiera atrapado una presa.
"¿Y por qué estás desnuda y toda mojada?", inquirió César. "Recién me di un baño de algas", contestó ella. "Si ni bañera tenemos", retrucó él. "Me tiro las algas encima y después abro la ducha", dijo ella.
Entonces el trabajador público jugó la carta infalible, y sacó del bolsillo una impresión que le habÃan hecho de la foto de Google. Eulalia palideció. "Fue un amor de verano", confesó, bajando la vista. "¡Mentira, seguro que hace años que me venÃs guampiando, hija de puta!", gritó Benito con la garganta rasgada. "Y qué querés, si acá siempre hace calor", se justificó ella.
El marido se arañó la cara, maldijo, fue a la cocina, tomó un cuchillo de 48 centÃmetros de hoja y salió como un rayo hacia la calle. Su mujer le dirigió un último mensaje a los gritos: "¡Si pasás por la carnicerÃa traé medio de molida especial!"
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Cara a cara
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Vértiz, con los ojos sanguinolentos, cruzó hacia la vereda de enfrente, sin contestar el saludo de los Fulacchiatti, que caminaban en sentido contrario. Golpeó las manos sobre el portoncito de la casa de Benite. "¿Tu papá está?", le pregunto al chico que lo atendió. El literato, por lo visto, habÃa sido advertido de la situación mediante un veloz sms de la esposa infiel, ya que el niño desapareció de la ventana y regresó luego de un par de minutos, para decirle "sÃ, está, pero dice que está en una reunión muy importante, y que usted le deje nomás sus datos que después él lo llama".
El expúgil peso pesado sacó el portón de sus goznes con una patada e ingresó a la casa. Vio a Benite escondido junto a la ventana por donde lo habÃa atendido la criatura. "Vamo ajuera, viejo hijo de puta, que no te quiero reventar adelante del pendejo", le dijo mientras lo tomaba por el cuello. "No, no salgamos que me puede hacer mal el golpe de la calor", alcanzó a decir Benite con el resto de aire que tenÃa en los pulmones.
Una vez en el patio delantero, Vértiz soltó al autor de "Cien año empomando a Soledá" y lo empujó a unos pocos metros de distancia. Entonces sacó el cuchillo, que llevaba oculto bajo la camisa, cruzado bajo el cinturón, en la espalda. "¡Aaaah -toreó Benite-, qué bien, bien de trola peliarle a un hombre desarmado con un cuchillo!". Vértiz arrojó entonces el instrumento de cocina a un lado. "¡A piña limpia entonces, viejo de mierda!", vociferó el otro, con baba blanca en las comisuras de los labios y poniéndose en guardia. Benite lo miró, midió la situación y en un instante se abalanzó sobre el cuchillo, que habÃa caÃdo entre unos helechos.
Sin embargo, los años le jugaron en contra, y el movimiento no tuvo la velocidad necesaria, por lo que Vértiz lo interceptó con un gancho al hÃgado y lo abarajó de inmediato con un cross a la mandÃbula. "¡Defendete, papá, defendete!", le gritaba su hijo. "Dejale nomá, nene, ya va venir un dÃa a pedirme prestada la bordiadora de nuevo", trató de calmar Benite con voz ahogada.
La advertencia no hizo mella en el hombre traicionado, y el periodista que cubrió el Mundial de Brasil para AN siguió siendo golpeado a voluntad. "No importa, Ruli, el que no va podé mirar a su sijo a lo sojo é él", siguió tranquilizando el intelectual a su vástago. "Y capazmente que yo tampoco", agregó.
Benite se encuentra actualmente en la sala de TraumatologÃa del Hospital Perrando, convertido en una especie de momia literaria. Los médicos estiman que en unos dos meses podrá comenzar a mover los dedos, y que probablemente hacia marzo del año que viene ya podrá ingerir sólidos nuevamente. En represalia, anunció que cada vez que busque un dato en internet, usará únicamente el buscador Bing.
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Comentarios
En México le hubiese costado la vida.
Iré a visitarlo y le llevaré unas revistas porno y un tetra camouflado, creo que le ayudarán a pasar este mal momento.
_Mayordomo, Ama de llaves, Jardinero, Chef, Secretaria y Un Ghost Writer para que pueda escribir en palabraslos eximios pensamientos de tan preclara figura literaria.
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