Y no, viste, uno no es buena gente las 24 horas del dÃa, los 365 dÃas del año, los 56 años que vamos a vivir. Salvo rarÃsimas excepciones, hasta el más bienintencionado a veces tiene sus agachadas económicas.
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Vayamos a los ejemplos, y después de ellos, animate a comentar qué actos rateriles cometiste en tu vida o de cuáles fuiste vÃctima alguna vez.
El arruge gastronómico. Estás tratando de impresionar a una mina, y la invitás a comer a un lugar que huele a caro. Irresponsablemente, no averiguás lo suficiente sobre los precios ahÃ. Después de hojear el menú, ella dice: "Quiero probar esto de los camarones cartagineses bilingües con salsa de gladiolos turcos sancochados en aceite de olivos egipcios".
DistraÃdamente, mientras esperás que venga el mozo, buscás en tu carta dónde mierda está lo que pidió ella, y cuando ves el precio te das cuenta de que no se compensa ni cogiéndola tres años seguidos.
Finalmente llega el mozo, y encargás: "Para mà un lomo con sal, asà nomás, sin guarnición ni nada, crudo si hace falta, que ando controlándome. Y para ella... ¿qué era?¡Ah, sÃ! Arroz blanco... pero con mucho queso rallado, eh, ¡no vamos a andar mezquinando en una noche asÃ!"
Un buen Plan B es decir que vas al baño, encararlo al mozo a escondidas de ella, cometearlo y hacer que vuelva a la mesa para decir: "Señorita, los camarones se terminaron, sólo nos queda pebete de jamón y queso".
El choque contra la realidad. También en plan de impresionar, pasás frente a una joyerÃa y ella queda clavada: "¡Dios mÃo, esa gargantilla!". Vos, modulando la voz como si fueras Eduardo Aliverti, le decÃs: "No imagino un lugar mejor para eia que tu cueio, carinio".
Adentro, los androides que atienden (¿por qué en las joyerÃas sólo contratan gente convertida al vampirismo?) le prueban la joya, y ella se derrite frente al espejo, viendo los brillos de la plata y las piedras.
"¿Cuánto es?", preguntás. "Mil trescientos noventa", es la respuesta. Hacés cálculos, dudás de tener ese saldo disponible en la Tarjeta Naranja, y encima el tipo te remacha: "En pesos serÃan 5.087, señor". ¡O sea que el hijo de puta encima te hablaba de dólares!
Sabiendo que ya nunca nada será igual entre vos y ella, tragás saliva, y tratando -sin éxito- de mantener tu dignÃsima modulación anterior, preguntás:
-¿Y no tienen algo asÃ, parecido, pero en algarrobo?
El gasto corriente en la infancia ajena. El plan de seducción, un dÃa, consiste en salir con ella y la pequeña hija de su recientemente disuelto matrimonio. "Está un poco triste porque hace poco murió la abuela en un accidente, por eso, si no te molesta, la querÃa llevar a la placita para que dé unas vueltas en la calesita", te explica tu mujer-objetivo.
"¡Pero nooo, tonta, cómo me va a molestar, me encantan los chicos!", mentÃs vos, y celebrás -falsamente- cada uno de los relatos que ella hace sobre las gracias de la nena. Entonces te mandás: "Che, pero no vayamos a la placita, la calesita es barata pero aburridÃsima. Además, si está dolida por lo de la abuelita, mejor vamos a los autitos chocadores del HÃper y vas a ver que la emoción fuerte la anima".
Una vez en el centro comercial, ves que en apenas diez minutos de autitos ya te comiste 20 mangos, y la pendeja de mierda muestra energÃa como para dos horas más. Y cuando le ofrecés bajarse para ir a tomar un helado, o cualquier otra salida que no cueste tanto, se aferra al volante como si fueras a secuestrarla. "¡Jaja, qué feliz se la ve, dejala si se ve que le gusta!", dice ella.
Entonces no te queda otra que en una de las pausas entre sesión y sesión, acercarte a la criatura, darle la ficha para otra vuelta, y decirle bajito: "Después de esta ya nos vamos, sabés, porque a la abuelita, que seguro nos está viendo, no le va a gustar que estés tanto con los autitos si ella murió atropellada".
La salud insalubre. El hombre tiene a su mujer internada. Cuarenta años de casados, y ahora están ansiosos a la espera del resultado de un estudio vital. El médico entra a la habitación de la clÃnica, y le pide a él salir al pasillo.
-Mire, la tomografÃa muestra un tumor muy avanzado en el cerebro. Es operable, pero con muchÃsimo riesgo.
-No importa, doctor, intentemos todo.
-Bien, entonces no hay mucho tiempo. EstarÃamos operando mañana, y hay que depositar antes los 37.000 pesos de honorarios del neurocirujano. Pero no es una decisión solamente suya. Vaya, hable con ella, y yo después entro a ver qué dice.
El marido vuelve al cuarto, y regresa tras varios minutos para decirle al doc que ella ya tiene una respuesta:
-No -dice la mujer-, déjelo asÃ, doctor, a mis 67 años no quiero operación ni nada. Y ahora déjeme sola con mi esposo.
El médico saluda en silencio, con un leve movimiento de la cabeza, y se retira. Ella le toma la mano a él:
-Jamás me hubiera imaginado que un profesional como él, que parecÃa tan serio, te podÃa llegar a plantear que sólo me iban a operar si me prestaba a una doble penetración con él y el neurólogo.
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Comentarios
¡Sus comentarios sà que son actos miserables!
¿TenÃan necesidad de traerla a Ludovika Elisa Carrió , nuestra vernácula Pitonisa de Delfos ?
Me arruinaron la noche justo cuando me iba a dormir:
¿Y si se produce el apocalipsis?
¿Y si me despierto en medio de un parto doloroso y expulso un Allien por la oreja?
¿O si dormida se desata el vigésimo cuarto huracán y me despierto en ancas del trasero de la última jinete del apocalipsis?
¿Si me pica un dengue?
¿Si amanezco viva y me lo encuentro a Prat Gay en mi cama?
Me voy ya mismito de acá. Ni mis más abominables actos miserables son tan miserables como este
ADMINISTRADOR: No, internet, dijo Lilita, volverá con el parto dolooso después del vigésimo cuarto huracán.
tan malas noticias.- Ojala no me corten nunca el internet
por falta de pago para poder empezar el dia de esta
manera.-
ADMINISTRADOR: Nos alegramos con tu alegrÃa, don Valor, pero acordate que para junio ya vamos a estar todos sin internet.
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