No siempre sucede, pero a veces sí. Para algunos, la infancia tiene un final bien definido. El momento en que una fantasía se desvanece, la revelación de un secreto que se roba la mitad de la magia, un golpe que avisa que la vida no es sólo risas y descansos antes de otras risas.
O, en otros casos, uno no advierte que la infancia terminó, pero algo nos notifica, de repente, que ya no somos niños, aunque no sepamos bien en qué punto el camino cambió de nombre.
¿Te acordás?
Comentarios
A: Gracias, Marucho.
Fue ahi cuando me di cuenta que el RATON PEREZ no existia y que mi medre en un intento de que mi fantasia de ratones y reyes magos perdurara,movio al profe neurus y zaz! se me fue la fantasia.
Ahora de grande tengo otras, pero ese es otro tema jajaja
ADMINISTRADOR: ¡Ohoh!
Mis padres nunca me obligaron a crecer, me permitiron quemar bien la etapa de mi niñez.
Por lo tanto, yo tenía 14 años y seguía jugando a las barbies con mis vecinitas. Le fabricábamos ropa, y nos pasábamos toda la tarde cosiendo en la vereda. O andando en bici, y viendo quien duraba mas tiempo haciendo la vertical por la pared.
Pero un día, después de la cena de noche buena, y para no ir a dormir tan temprano, armé toda la casita de las barbies, hecha con muros de zapatillas, zapatos, ojotas y alpargatas viejas. Después de tanto trabajo, no me dieron ganas de jugar, me pareció aburrido, y las guardé definitivamente y para siempre.
ADMINISTRADOR: Decí la verdad: ya tenías 24, ¿no?
Por Wislawa Szymborska
Mi hermana no escribe poemas
y es improbable que de pronto comience a escribir poemas.
Le viene de su madre, que no escribía poemas,
y de su padre, que tampoco escribía poemas.
Bajo el techo de mi hermana me siento a salvo:
nada impulsaría al marido de mi hermana a escribir poemas.
Y aunque suene como un poema de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se ocupa de escribir poemas.
En el escritorio de mi hermana no hay poemas viejos
ni nuevos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a cenar,
sé que no tiene intenciones de leerme poemas.
Hace magníficas sopas sin esfuerzo,
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe poemas,
pero cuando lo hacen, rara vez es sólo una persona.
Algunas veces la poesía fluye en cascadas de generaciones
que ocasionan temibles corrientes en las relaciones familiares.
Mi hermana cultiva una prosa hablada decente,
pero toda su producción literaria está en tarjetas postales veraniegas
que prometen la misma cosa cada año:
que cuando vuelva
me contará todo,
todo,
todo.
Qué tendrá que ver, ¿no? Nada, que siempre lo leí como una nostalgia sobria y dolorida de la infancia. Pará mí el poema se llama "alabanza a mi infancia", a cuando éramos iguales y podíamos y queríamos contarnos todo-todo-todo (ahora, nada tiene la sorpresa ni el misterio que lo justifiquen, y hay alguna cosas que dan vergüenza). Y un poquito de envidia por los que se mantienen inocentemente más cerca de la infancia que uno, como la hermana de doña Wislawa.
Subir, sentir el motor ponerse en marcha..., mi mamá desde el jardín sacudiendo lentamente las manos en algo que sonó muy a “nunca más”, con una sonrisa entre tristona y feliz...
Yo sin poder dejar de mirarla hasta que se perdió su figura y se
desdibujaron los contornos de mi casa, el guayabo de las siestas, el cocotero...y luego un interminable viaje en silencio , la cabeza vuelta siempre hacia mi pueblo que se perdía, chiquito y borroso tras la niebla de la polvareda y mis lagrimones que mojaban la pecherita del vestido más lindo que mi madre me había puesto...
Y luego, la ciudad. Tan hostil entonces para mi, tan monstruosamente desierta, las formas del hogar que no eran las del mío, ningún jardín con malvones, margaritas, lirios, aquella habitación tan fría y sin ventanales, el ropero viejo...
Laa noche, la noche que no dormí, sin mi ventana desde la que en mi entrañable Puerto Tirol divisaba en la oscuridad la luna entre los árboles, el rumor del tajamar, el susurro áspero de las hojas del guayabo movidas por la brisa...
Y los últimos lagrimones, el llanto apretadito contra esa almohada que no era la mía, el deseo incontenible de levantarme pero comprender al instante que ya no estarían mis hermanas, ni la pieza de mis viejos atravesando el pasillo...
Hasta que se secaron las lágrimas y quedó mi infancia para siempre anclada en Tirol.
Cuando regreso, de tanto en tanto, creo aún ver mi figura de niña flacuchenta contemplando las aguas espejadas de la laguna, o la veo correr descalza con una bolsita hacia la panadería de Don Moisés, cuyos olores vuelven mientras desgrano el recuerdo, recién horneadito el pan, las galletas, los bollos dulces que el viejo bonachón me regalaba de yapa.
Así, tan simple y porque sí murió mi infancia
Así, tan simple y porque sí, vive en algún lugar de mí donde todavía juego a la rayuela buscando el cielo prometido.
ADMINISTRADOR: Está buena la teoría, suena verdadera.
ADMINISTRADOR: ¡Pero no, tontita, si acá tenemos tu tren eléctrico!
empleadas y primas mayores ) Entramos a una casa
abandonada para hacer espiritismo (en serio!! éramos muy boludos...queri amos ser poseídos por jimmy hendrix ) a las 15hs de la tarde....y un comando de drogas peligrosas rodeo la casa,...pensaro n que eran traficantes o que se yo "la pelicula"... tiraron, tiros al aire.Y salimos llorando como nenas.decí que entendieron nuestra inmadurez y nos dejaron ver la tele .
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.