
Federico Pinedo es, objetivamente, el mejor presidente de toda la historia argentina. En su mandato no se incrementó el endeudamiento público, el peso mantuvo su valor, hubo inflación cero entre el momento de su asunción y el de su salida del poder, no se incrementó la planta de personal del Estado, no se privatizaron empresas públicas ni se estatizaron negocios inviables, no aparecieron fiscales muertos, no hubo discursos descalificadores para la prensa o la oposición y su patrimonio no tuvo variaciones. Ningún jefe de Estado anterior puede decir lo mismo.