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¿Puede la pornografía ser arte?» se pregunta a través de fotos, compilados de películas, afiches y revistas de la cultura gay una muestra que bajo el nombre de «Avant Porn» aborda la era dorada del cine porno de los años 1970, especialmente la producción homosexual que por esos años inició una búsqueda estética por un lenguaje e identidad propia, para mostrar entre otras cuestiones que «la sexualidad puede ser algo bello y no es un tabú», como define la curadora de la propuesta, Ilsa Wolf.
El deseo mueve las dos muestras que propone Wunsch Gallery hasta marzo: por un lado «Avant Porn», que cuestiona la distancia entre pornografía y arte, y por el otro «Hotsa», una exhibición con pinturas de Fabro Tranchida que relaciona arte y skate, lo queer y los vínculos masculinos (ver recuadro).
Wunsch, la palabra alemana que designa al deseo, da nombre a la galería de arte que expone temáticas relacionadas con género e identidad sexual y es además un proyecto nacido «al calor de una tesis de maestría no escrita transformada en algo vivo, en práctica», según explica su director Ignacio Meroni, en diálogo con Télam.
El espacio de Palermo invita a atravesar un pasillo y un patio con vegetación que parece abrirse a otro tiempo, trastocando la relevancia de la sala principal, situada al fondo con respecto a la vitrina de un local apreciable desde la calle y concebido como «la trastienda de la galería».
Una de las muestras, que se presenta bajo el nombre de «Avant Porn», se instala en esa intimidad del fondo y espacio de reunión, mientras que en el frente, otros relatos cuentan historias pintadas de jóvenes «santos» de barriadas populares, en la exposición que está a cargo de Tranchida.
«Avant Porn» se nutre de la colección de Ilsa Wolf, artista, DJ, y coleccionista desde hace 10 años de películas, revistas, afiches y materiales de contenido erótico, pornográfico, y queer. Un archivo sistematizado y ampliado que recorre desde principios del siglo XX a la actualidad una temática considerada tabú por la sociedad «tradicional» y conservadora, en el cual se incluyen películas de distintos géneros, tanto heterosexuales como LGTBQ+.
¿Por qué centrarse en los años 70? «Hice este recorte porque es uno de los fenómenos del cine que más me apasiona», dice Wolf a Télam. Su interés concibe al erotismo como «un elemento de la naturaleza humana que nos lleva a trascender lo cotidiano y a otro estado de conciencia», algo que desde la filosofía implica hablar «de un universo sagrado o transgresor, algo metafísico».
«En el cine, la pornografía ha sido un género marginal y de hecho no se lo llamó cine hasta hace poco», plantea la curadora. Fue algo no controlado: «Se permitía hacer cosas muy libres y experimentales lográndose en ese cruce del erotismo y la sexualidad, más la libertad que se tenía para filmar, cosas muy originales, extrañas y transgresoras que llegan a lugares muy profundos del ser», explica.
En «Avant Porn. Pornografía gay experimental en la década de 1970», Wolf se centra en la Golden Age del cine pornográfico y aborda especialmente la producción homosexual que se manifestó en una búsqueda estética por un lenguaje e identidad propia, en tiempos complicados para la comunidad de Estados Unidos, aunque no solo.
Si la década de 1960 representó lo pop y un cambio en la música, el amor libre y la experimentación con drogas además de las protestas contra la guerra de Vietnam, por ejemplo, también fueron tiempos de desarrollo y definición de las luchas raciales afroamericanas, producto del comercio de esclavos, por el derecho a ser tan ciudadanos como los blancos -y de esto no hace tanto- y empujó a la comunidad gay a salir a la calle en defensa de sus vidas. Uno de los grandes hitos fundantes fue la revuelta de Stonewall en 1969, que toma el nombre de un bar concurrido por personas gay del barrio neoyorquino de Greenwich Village donde «estalló» este movimiento de respuesta ante las redadas policiales, y dio origen a la Marcha del orgullo gay que se celebra los 28 de junio en muchas ciudades del mundo.
En ese contexto de mayor apertura en el país del norte floreció el cine porno, reservado para la intimidad del hogar en años previos y las proyecciones en Súper 8, por ejemplo, hasta que Andy Warhol estrenó su «Blue Movie» (1969) mostrando sexo explícito en el cine.
«En los inicios del cine hardcore gay en los 70 un grupo de innovadores fusionó por primera vez identidad homosexual, sexo positivo, arte y erotismo en una pantalla de cine. Wakefield Poole, Fred Halsted, Jack Deveau, Peter de Rome y otros rodaron sus películas en los centros del movimiento de liberación gay que revolucionó a Estados Unidos desde los 60: Nueva York, Los Ángeles y San Francisco», enumera Wolf.
Pero el hito fundante del porno gay para la curadora es la película de Poole, «Boys in the sand» (1971), sobre la cual cuenta que al director -que era coreógrafo y bailarín de Broadway- «le surgió la idea de hacer esta película después ver una muy mala donde se mostraba la sexualidad humillada, como algo ofensivo, por eso decide celebrar la belleza de la sexualidad». Y agrega: Poole «venía de hacer cine, cortos experimentales, sobre muestras de Warhol en Nueva York», pero rodar este film le valió quedarse sin trabajo, «porque hacer porno en el 71 era quedar totalmente vedado, censurado, cancelado». A su vez, está película fue eclipsada por el filme porno hetero «Garganta Profunda» de G. Damiano de 1972, acota.
«Unido a que también acababa de explotar Stonewall y la liberación gay, y esta comunidad salió a decir públicamente ‘Estamos orgullosos de lo que somos’. Está película también tiene el mandato de mostrar que el sexo entre hombres es bello y no hay nada de que avergonzarse», cuenta Wolf sobre el filme realizado con música clásica, donde se muestran «tiempos laxos, planos del mar, arena, vegetación, con chicos que se encuentran, se besan, y tienen sexo de una manera muy amorosa y muy fresca», detalla. Y agrega: «Eso no había sucedido nunca en la historia del cine erótico ni porno. Eso fue fundante y mostró que la sexualidad puede ser algo bello y no es un tabú».
El otro gran éxito fue «Bijou» (1972) a la que considera la obra maestra de Poole. «Después hace algunas otras, como ‘Bible’ que es una película erótica heterosexual y le va muy mal», agrega.
Por otro lado, respecto a instalar este tema en el contexto actual, donde se observa un retroceso, la curadora sostiene que «uno no tiene que dejar nunca de luchar por lo que cree». Y agrega: «me apasiona el cine y en un momento como este es más importante todavía poder mostrarlo y que vengan chicos jóvenes, vean una película de esta época y digan `yo no sabía que la pornografía podía ser arte, no puedo creer que también mi sexualidad gay se puede ver desde un lugar erótico, desde un lugar bello`», refiere.
«Es importante que este material salga de la oscuridad porque fue sepultado y casi nadie lo conoce, y que se comunique con el presente. Es como una ventana que se abre para ver esto, y más en esta época en que hay que resistir y poder seguir expresándonos», afirma.
Las imágenes expuestas «desafían el estatus actual de la pornografía» poniendo en cuestión si la pornografía puede ser arte, como plantea Wolf, y respondiendo desde ese imaginario de revistas, fotos y compilados de imágenes de películas como algo válido.
Entre la selección están las revistas de cultura gay BDSM Drummer, After Dark y Psique pictorial. Algunas de ellas desgranan las imágenes de «culturismo» de cuerpos modelados y musculatura marcada que se consumía previo a los momentos de apertura y no criminalización de la homosexualidad. También están las fotografías de rodajes de Fred Halsted entre 1970 y 1980, la recreación de afiches perdidos, o la compilación de videos.
Pero además, la curadora establece una diferencia y las repercusiones con las películas de temática homosexual surgidas del mainstream de la época como fueron «Boys int the band» (1970) y «Cruising» (1980), ambas del aclamado director William Friedkin y estrenadas en Buenos Aires poco después.
¿Por qué recordar una película como «Cruising»? «Es una película comercial protagonizada por Al Pacino donde según la comunidad gay se los estigmatizaba diciendo que eran todos violentos, asesinos, se los mostraba como un arquetipo del gay en el que era todo igual», explica Wolf.
Si bien los 70 marcaron el auge de este tipo de cine, la década siguiente marcó su cierre con la irrupción del porno comercial, y la pérdida de esta estética y experimentación con la aparición del VHS. «Se multiplica porque son muy bajos los costos, empieza la decadencia de esta ideología de lo bello, noble, sublime, de los directores de los 70 -dice Wolf-. En la pornografía, el porno gay y la comunidad gay, el sida es un elemento que corta todo este movimiento desde que en 1981 se detecta el primer caso», dice. Y acota: «El sida destrozó a esta generación», concluye la curadora.
Hoy la periodista Marina Sepúlveda de @AgenciaTelam visitó nuestra galería Wunsch para hablar con @fabrotranchida sobre su nuevo solo-show «Hotsa (hagiografías de barrio) No se lo pierdan ! pic.twitter.com/hh69euycs6
— Fabro Tranchida (@FabroTranchida) January 12, 2024
En el marco de la muestra, Wolf presentará un ciclo de cine con los largometrajes de Wakefield Poole como la experimental y de culto «Boys in the Sand» (1971) el 18 de enero y «Biju» (1972) el 26, ambas a las 20; mientras que en febrero el programa tendrá las películas de Fred Halsted «considerado el cineasta más extremo, más transgresor que estaba en Los Ángeles», cerrando en marzo con las de Jack Deveau y el estudio Hand in Hand Films.
En esa búsqueda de nuevas relaciones entre arte y cuerpo, arte y sexualidad, Wunsch Gallery reafirma una indagación amplia que observa la posibilidad que abre el arte hacia la sexualidad en tanto «fuerza creativa» y no como «condicionamiento».
La galería, que cumple seis años, inició su recorrido en 2018 con «Desir» en París y en agosto presentó en Buenos Aires la muestra colectiva «Las armas tiernas», que incluyó trabajos de Pablo Suárez, Carlos Herrera, Ulises Mazzucca y Fabiana Barreda, entre otros.i
«Avant Porn» y «Hotsa» cierran la programación anual que podrá visitarse hasta marzo, de martes a viernes de 15 a 19 con cita previa, en Godoy Cruz 1648 (Timbre W) en CABA, siendo prohibida para menores de 12 años, y con el acompañamiento de adultos para los menores de 18 años.
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Fuente Telam