
Salgo del estadio lento con las pierna y las mano temblequeando. No son sólo los cinco tetra de Talacasto tomado con Ñacaniná Alvare en las generosa tribuna sanjuanina. Es, más que nada, la felisidá de tener la bendisión de ecsistir al mismo tiempo que el Lio habita las cancha. Grasia, Diosito, por el semejante regalo.