Quien tenga más de 40 años y haya transcurrido siquiera la primera mitad de su vida en Resistencia, seguro que alguna vez lo vio. Yo me lo empecé a cruzar cuando ya vivÃa su etapa final, pero dicen los que lo vieron en los comienzos de su carrera, que era lujoso e imponente, un admirable dispositivo intimidante que atravesaba la ciudad siempre tras una misión justiciera y liberadora.
Hablo, claro, de "El Cazador de Tigres", el camión atmosférico más famoso de la historia del norte argentino.
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Y no es que El Cazador haya prestado servicios en todas las provincias de la región. No, lo suyo era sólo en Resistencia, y a lo sumo en Barranqueras, Vilelas y Fontana, pero me juego el alma a que en ningún otro lado tuvieron un camión desagotador tan emblemático y tan referencial, ni mucho menos tan querido y respetado por su pueblo.
Luchador de mil batallas, la leyenda construida tras su desaparición afirma que yace en el fondo de la Laguna Argüello, convertido en un verdadero Titanic del Chaco.
Retroceder nunca, rendirse jamás
El Cazador llamó la atención desde el primer dÃa. La leyenda con su nombre completo en la parte trasera del tanque atmosférico inducÃa a la sonrisa, pero también al respeto, que se transformaba en admiración y agradecimiento eterno cuando el camión hacÃa lo suyo en la casa de uno. TodavÃa hoy los vecinos lo recuerdan como a un héroe popular que dejó recuerdos repartidos por las calles.
"A mà literalmente me salvó la vida", dice Máximo Benecutti, un italiano de 82 años que vive en Villa Los Lirios desde 1946. "En el '77 se nos llenó el pozo de un modo tal que nos estaba matando la baranda que se levantaba, y nos quemamos toda la guita en tres desagotes que en pocos dÃas eran como si no hubieran sido hechos. Los vecinos nos querÃan echar del barrio, los chicos nos presionaban a mi mujer y a mà para que resolviéramos el asunto. No sabÃamos ya qué hacer, hasta que apareció él", rememora.
Máximo iba caminando por la avenida 9 de Julio, por entonces de tierra, cuando el camión estacionó unos metros delante. "El chofer bajó a comprar un vino en un kiosco, y yo vi por primera vez lo que estaba escrito atrás: 'El Cazador de Tigres'. Es lo que yo necesito, pensé. Le hablé al hombre, le expliqué que ya no podÃamos vivir con el infierno que pasábamos. Me dijo que me quedara tranquilo, que él iba a ver qué se podÃa hacer".
Nadie recuerda el nombre del operador del Cazador, e incluso difieren las descripciones de su aspecto. Algunos hablan de un hombre pelado y regordete, de unos 50 años, otros de un anciano delgado y fibroso, y también se dice que era un sujeto macizo, de estatura mediana y unos 35 años. Quizás haya sido todos, en distintas épocas, o ninguno.
Máximo se entusiasma con su relato. "Este señor llegó a mi casa, bajó, entró al jardÃn, y ya con el olor nomás nos dijo: '¿Acá se come mucho queso cáscara colorada, no?' Después se giró para hablar con un chico que lo ayudaba, y le dijo: 'Bajá la manguera para los de Bengala' Lucharon desde las cinco de la tarde hasta las dos de la madrugada. El tigrerÃo se resistÃa ferozmente, pero por fin terminó la pesadilla. Nunca más tuvimos el problema, aunque él nos recomendó comer más verduras".
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Robin Hood del desagote
Como en las viejas series televisivas sobre detectives, dicen que El Cazador no tomaba cualquier caso. "Por ejemplo, desagotes en casas de gente garca no agarraba nunca. Y si no conocÃa la casa y al llegar veÃa que era gente de guita, golpeaba las manos, esperaba que lo atiendan, les decÃa que ni por puta les iba a hacer el servicio, y se iba", asegura Toribio Pericoloso, historiador de Villa Puppo que rastreó algunos datos sobre la formidable máquina. "Y otras veces -agrega-, hacÃa el trabajo para el garca, pero lo revacunaba como si en lugar de vaciarle el pozo negro le hubiera construido una torre, y con eso compraba vino Cavic para los pobres".
Del Titanic se decÃa: "Ni Dios puede hundirlo". Del Cazador: "Ni el pozo negro del Diablo lo vence". Toribio afirma haber cosechado innumerables relatos populares sobre el heroÃsmo de aquel desagotador. "A veces, cuando ya parecÃa que el camión no podÃa ganar la batalla, él la desequilibraba, a machete, espada y alambre", comenta. "Era un idealista -agrega-, en cada Año Nuevo, con su familia siempre brindaba diciendo que soñaba con un mundo en el que el ser humano ya dejara de cagar, aunque eso implicara su ruina definitiva".
Romero (el apellido más mencionado a la hora de identificar al capitán del Cazador), incluso, medÃa las etapas de la vida nacional según la suerte de su trabajo. "Soretes como los de la época de Perón nunca más hubo, salvo en la de Menem, pero ahà estaban como miembros del gabinete", solÃa decir, ya retirado y perdido en los relatos sobre el peor dÃa de su vida, que fue, claro, el del hundimiento.
Sobre aquella jornada, las referencias vuelven a ser confusas. Pericoloso dice que pasó en 1983, en medio de las terribles inundaciones padecidas por el Gran Resistencia. "Por esos dÃas a Romero lo llamaban de todos lados, y él no daba abasto. La gente, desesperada, hasta le decÃa que no hacÃa falta que fuera a domicilio, que si era necesario le llevaban el pozo negro a su casa".
El capitán, siempre entregado a su vital rol social, le quitaba horas al descanso para no fallarle a los vecinos de la ciudad. "La creciente del Paraná y del rÃo Negro hizo subir las napas, y los pozos negros ya con dos o tres garcaciones quedaban desbordados. Romero iba de una punta a la otra, peleando, alentando a la gente, instando a no dar el brazo a torcer, diciendo que entre todos se podÃa, que habÃa que aguantar, que un dÃa la ciencia encontrarÃa el modo de que la digestión terminara en puros pedos, sin más expulsiones sólidas. Era un hombre que seguÃa alimentando la llama de la modernidad; el sueño imbatible de un mundo mejor", analiza Toribio.
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El dÃa
En una tarde aquellas, apareció el pedido de Rudecindo Negrete, un paraguayo que habitaba una vivienda de Villa Alta. Romero quedó helado. "No vayas, por lo que más quieras, no vayas", suplicó su mujer. El hombre se liberó de los brazos de ella, y desde el camión le explicó, con la mirada más triste que nunca: "No me pidas que arrugue. Va a ser lo que tenga que ser".
El espanto no era casual. De Negrete, cuya única dieta era a base de chipá mbocá, sopa guaranà y mandioca, se decÃa que tenÃa la capacidad de partir al medio cualquier inodoro normal. Por eso, el suyo habÃa sido hecho especialmente en una fundición de la ex calle Tucumán.
Romero llegó a las ocho de la tarde, cansado al cabo de un dÃa de más de 60 furibundos desagotes. Cuando metió la manguera en el pozo, la tigrada hizo honor a su fama. Dice Toribio: "Fueron ocho dÃas y ocho noches de lucha sin cuartel, donde por momentos parecÃa que El Cazador iba a morder el polvo, y Romero desfallecÃa de cansancio, hambre y sueño. Pero ganó, a la vista de unos 3.000 vecinos que para entonces se habÃan juntado a ver la descomunal lid. Negrete, para colmo, le pidió que le fiara el trabajo. Romero, fundido, no tenÃa ganas ni de discutir, y volvió hacia su casa, tan molido que se durmió al volante, se salió de la calle en un puentecito y El Cazador cayó a la laguna, que estaba muy alta".
El gran libertador logró salir a flote, aunque casi se ahoga en un infantil intento por hacer regresar su camión a la superficie. Lugareños debieron golpearlo y maniatarlo para impedir que acabara ahogado en ese delirante plan. Romero gritaba incoherencias, pedÃa por su hermano de metal, y desde ese mismÃsimo instante ya nunca fue el mismo.
Dicen que sus últimos años los pasó sentado debajo de un árbol de mango que le perfumó el noviembre en que murió. Se fue diciendo cuatro palabras, las mismas que unas décadas antes habÃa pintado sobre un tanque reluciente.
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Comentarios
No te frunzas justo ahora, RAR!
Gracias por el consejo.
Debo aclararte que mi comentario surge por la obsesión de Angau por los temas intestinales
. Está claro que quieren ficción y les regalé ficción.
Va mi solidaridad para todos los estreñidos. Prueben también la compota de ciruela.
Cuando era niño fui boy-.scout,. En esta benemèrita agrupaciòn existe una regla de oro: hacer una buena acciòn por dìa. Los autènticos boy-scout tratà bamos de cumplirla a como dè lugar; ayudar a cruzar la calle a un ciego, a una anciana,control ar al hermano cuando hacia los deberes, etc.
Ya de grande dejè de pertenecer a los boy scouts.
Siempre tuve problemas de estreñimiento y me aconsejaron yogur Activia (alimento novedoso de la modernidad). El yogur me garantiza una cagada por dìa.
Ahora pasè a integrar la Brigada Activia.
En sìntesis de hacer una buena obra por dÃa pasé a hacer una cagada por dìa-
Debo confesarles que cuando reviso mis actos un sentimiento de c ulpa me embarga.
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