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Foto Laura Cano
Foto: Laura Cano

El Rey Momo fue desenterrado y avivó el verano en todo Entre Ríos durante este fin de semana largo de carnaval, con baile y diversión en diversas ciudades, cada una con modalidades y tradiciones distintivas, todas repletas de ritmo, color, estilo y alegría que llamó la atención de miles de turistas que participaron de una liberación espiritual y corporal a través de la danza, la música y la fiesta.

Más de 20.000 personas se reunieron cada noche en el «Carnaval del País» en Gualeguaychú, considerado la mayor fiesta a cielo abierto de Argentina, la cual contó con cuatro comparsas con majestuosas carrozas, un gran vestuario adornado con plumas, disfraces de todo tipo, luces de colores, alegría y energía.

A las 22, la pasarela del primer Corsódromo de Argentina -inaugurado en 1997- empezó a vibrar, despertando los sentidos y atrapando la mirada de turistas de todo el país y la región, principalmente de provincia y Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Uruguay.

«Querían fiesta, querían carnaval, ya llegó Kamarr», abrió la noche la comparsa con ritmos carnavalescos y afro, con un cambio de paradigma en la confección de los trajes, y con una gran murga que hizo mover a todas las tribunas: «Suenan tambores y se despierta la madre tierra».

Es que para este año, el Centro Social y Cultural Sirio Libanés invitó a todos a un viaje reflexivo con la historia de «Chá», una persona que tras vivir en un laberinto de pantallas, y llamado por el canto de aves y tambores que lo envuelven en un trance, cruzó un portal.

Junto a un lobo misterioso, emprendió un camino para conectar con la naturaleza y las raíces ancestrales, el vínculo entre el pasado y el futuro.

Además, Kamarr decidió este año «llevar a fondo» la temática y eliminó las plumas reales de los trajes por primera vez en la historia del Carnaval de Gualeguaychú, y colocó unas sintéticas de diferentes materiales.

La decisión fue «netamente por la temática», contó Raúl Galarraga, director de la comparsa, y remarcó que «era contradictorio hablar de volver a las raíces y cuidar la naturaleza si usábamos plumas naturales».

«El animal no se mata para sacarle su pluma pero se arman criaderos para poder comercializar sus plumas y eso si es un maltrato», agregó a El Día.

De igual modo, los disfraces no dejaron de ser coloridos y llamativos, y la comparsa desplegó los misterios, revelaciones y conexiones con la naturaleza a lo largo de los 500 metros de la pista y por casi una hora.

O’Bahia no dejó respiro y cerca de las 23 reavivó «la locura del carnaval», llenando de felicidad el Corsódromo y convocando a «abrir las alas».

La segunda comparsa más antigua de Gualeguaychú hizo honor a su escudo (azul y blanco con un pez tocando el tambor) y despidió la última hora del domingo a puro ritmo.

«Podrás soñar y volar, podrás creerte quien quieras ser, donde quieras y como quieras, siempre y cuando exista en tu corazón la pasión», remarcó la comparsa del Club de Pescadores de Gualeguaychú con su temática «vuela» con la que busca su quinta coronación.

Foto Laura Cano
Foto: Laura Cano

En el primer minuto del lunes, salió a la pista Papelitos (Club Juventud Unida), 11 veces campeona, coronada en las últimas dos ediciones y tras un año de trabajo con el que quiere lograr el tricampeonato.

Nacida en 1977, dos años antes que el formato actual que comenzó en 1979, se trata de la comparsa más antigua, y fue acompañando el crecimiento del carnaval con más comparsas, trajes, preparación, murgas y público.

«Papelitos te vuelve a enamorar y te invita a ser feliz, ser feliz es carnaval», cantó la banda que lleva un león en su escudo y que rugió como un vikingo por la temática «Valkë».

La pasarela contó la historia de una aldea vikinga en la que Wunjo, hijo del jefe de la tribu y heredero del trono, no quiere más guerras con otras tribus de la isla y busca ser artista, pero es calificado como «diferente».

Una mañana encontró a Valkë, un lugar lleno de pinturas, esculturas y sonidos y donde la gente se reunía «para ser ellos mismos», entre máscaras coloridas, carros ornamentados y hermosas melodías.

Se trata de «una historia emotiva y esperanzadora sobre aquellas personas que luchan contra los prejuicios, buscando e intentando ser quienes quieren, sienten y deben ser», confirmaron desde la comparsa.

Pocos minutos después de la 1 de la madrugada del lunes, Marí Marí salió a la pista para cerrar la noche con su «amanecer prohibido» que redobló la apuesta y multiplicó la alegría que ya había en el Corsódromo.

«Nos robaron el sol pero trajimos la alegría. Que viva el carnaval y ya nada va a ser igual», reclamaba la mayor campeona conocida como «la aplanadora», que busca su estrella número 23.

Marí Marí hizo honor a su símbolo de sol naciente y con una gran impronta carioca relató que un día «la mañana no pudo distinguirse de la noche, todo se hizo sombra y terror y el sol fue capturado por las fuerzas de la oscuridad».

Con un gran despliegue de vestuario, música y batucada, la banda contó que el miedo «reinó en la tierra, el hechicero de la oscuridad se proclamó amo y señor del mundo, y las almas apagaron sus esperanzas hasta que se reveló una profecía antigua: Marí Marí».

A la edición 2024 le quedan tres noches: este lunes, y los sábados 17 y 24 de febrero, con entradas que pueden adquirirse en www.ticketek.com.ar o en las boleterías del Corsódromo.

Por otro lado, en Entre Ríos hay una gran variedad de carnavales, donde se juega con espuma, en otros el público se disfraza e incluso lugares donde la gente interactúa en la pista.

En casi todas las localidades se generan corsos barriales, murgas y presentaciones temáticas que les dan color, brillo y alegría, y también los turistas llegan para disfrutar de termas, playas, paisajes y lugares históricos.



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Fuente Telam